Por San Miguel es fiesta en Hoyo de Pinares

HOYO DE PINARES DESDE LA ASOMADILLA
 
Para ver a este pueblo, uno de los más pintorescos de nuestra tierra de Ávila, que se escondió de las alturas ventorreras que le circundan por todas partes, refugiándose en el fondo de una sima, por cualquier lado que se llegue, es una magnífica atalaya.
 
Allá, por los tiempos de mi niñez, cuando nos dirigíamos a la estación de ferrocarril de Navalperal y nos asomábamos a El Hoyo desde la carretera que pasa por su Asomadilla, quedábamos un poco sobrecogidos por la profundidad de aquella barranca donde se había refugiado el pueblo de El Hoyo. Y mientras el humo de las rústicas chimeneas innumerables ascendía buscando el azul, yo, con mi imaginación infantil, pensaba que los pastores que habían construido sus viviendas en aquella hondura eran más sabios que los que erigieron Cebreros en una meseta, a El Tiemblo junto a la montaña enorme de Cabeza La Parra y que los que habían hecho su cobijo en el páramo de Navalperal, La Cañada y Las Navas del Marqués, donde los cierzos helados campean a su gusto. Claro que, cuando yo me hacía estas reflexiones, solía tener en mi torno alguna nevada de un metro de espesor, que se prolongaba interminablemente por las montañas y los valles, y que me hacía tiritar de frío.
 
PROFETA EN SU TIERRA
 
Con el correr de los años fui cambiando de opinión. Y me permití -como decía mi buen amigo Alipio García león, en un artículo publicado en este mismo periódico, comentando la llegada de los poetas del Parnasillo Castellano a Hoyo de Pinares- ser un poco profeta en mi tierra. Y en Canto de Esperanza a El Hoyo, de Mi Río ya no es mi Río, escrito hace cerca de cuarenta años en Hispanoamérica, les digo a mis siempre queridos coterráneos de Hoyo de Pinares:
 
Paisanos que me precio de querer
¿Queréis oír una verdad sencilla?
Pues escuchad: ¡tenéis que acometer
la hazaña de escalar La Asomadilla!
Un pueblo progresivo
-si no quiere sufrir eterno atranco-
no puede estar cautivo
para siempre en el fondo de un barranco.
Gente que aspira a prosperar con gozo
ha de salvarse de esa servidumbre...
¡A la opresión del pozo
es preferible el frío de la cumbre!
Debes de dar un salto,
con tus nuevos hogares,
y plantarte, valiente, allá, en lo alto,
sobre alturas abiertas... y pinares.
El pueblo del futuro
ha de plantar sus reales a la vera
del camino cimero
y, alzado en cima alegre, al aire puro,
ya no se ha de llamar ni Hoyo siquiera
si ha de lucir un nombre verdadero...
 
Mis paisanos de El Hoyo no han renunciado, ni renunciarán, probablemente, al nombre de su pueblo, pero sí empezaron a subirse a La Asomadilla, y El Hoyo nuevo, El Hoyo de hoy, El Hoyo salutífero de mañana, está alzando sus novísimos hogares allá arriba, sin temor a los helados alientos que, en la época invernal, descienden desde la paramera. Y lo han hecho así, han empezado a realizarlo así, con la ayuda eficaz, con la colaboración de los madrileños que se asomaron por primera vez a este lugar tranquilo, lleno de sugestiones, y lo eligieron para su descanso; lo han hecho con el entusiasmo de aquel gran amigo, de El Hoyo y mío, Antonio Morales, locutor de Radio Madrid y pregonero que fue en la capital de España de la hermosura pinariega de estos ámbitos, donde él construyó la casita de la ilusión para las vacaciones de los suyos y el retiro propio que, desgraciadamente, no pudo disfrutar. Y hoy La Asomadilla es una barriada, que alza la policromía confortable de sus hoteles ajardinados, con aromas de romeros y de pinares.
 
En cuando a El Hoyo, a quien yo aconsejaba, poéticamente revolucionario, en mi juventud, que abandonase su precario vivir en el fondo de un barranco y se asomase a las lomas, de anchos horizontes, de las alturas, sigue estando donde estaba, pero transfigurado: calles pavimentadas, alcantarillado, iluminación y limpieza, y establecimientos bien abastecidos. Y todo ello conservando los viejos rincones, sin perder ni un ápice de su tipismo peculiar y pastoril, que lo configura en una especie de nacimiento permanente.
 
HUERTOS ENTRE BREÑALES
 
Los hoyancos valientes
cavan sus huertos
donde el Becedas tiene
su nacimiento...
Lo mismo río arriba
que río abajo,
de un lanchar hace un huerto
con su trabajo...
Y allá, entre breñales
de Las Palizas
tiene El Hoyo sus frutos
de más valía...
 
Con estas coplillas sin importancia quiero significar la capacidad de trabajo, el valor quede que han dado siempre muestras los hijos de Hoyo de Pinares para, en lucha con la brava orografía que los envuelve, procurar el sustento para los suyos, lo mismo trepando a los pinos más altos, como las ardillas, para cosechar sus famosos piñones -exquisitez de la confitería-, que cultivando huertos entre los breñales del río Retuerta, o en las exiguas riberas encajonadas del Becedas, que tiene la particularidad de ser el río, afluente del Alberche, de la comarca de Cebreros, que produce más cantidad de pequeñas tortugas y que, antaño, vivían en las casas haciéndoles la competencia a los gatos, pues por donde andaban ellas desaparecían los ratones.
 
VOCACIÓN LÍRICA
 
Buen síntoma de la mejora, en todos los sentidos, de su forma de vida, es que las buenas gente de Hoyo de Pinares conservan sus tradiciones y cantan más que nunca. Con motivo de la Feria Internacional del Campo, en Madrid, a Hoyo de Pinares le cupo el honor de representar a nuestra provincia, mediante su preciosa pieza folklórica Boda de Rondas.
 
Jotas y seguidillas siguen resonando en sus añejas calles pastoriles. Y los mozos lanzan alegremente sus coplas a las estrellas:
 
"Ésta es la calle del aire,
la calle del remolino,
donde se arremolinean
tus amores y los míos".
 
"En esta calle que estamos
tiran agua y nacen rosas,
y por eso la llamamos
la calle de las hermosas".
 
Y cuando se aproxima el prodigio de cada primavera, las mozas enamoradas siguen cantando:
 
"Desde la arada, mi amante me da voces,
desde la arada,
que le lleve simiente, que se le acaba..."
 
Y los mozos quizá replican aún:
 
"Se encuentran cosas,
dicen que arando, arando, se encuentran cosas...
Yo me encontré contigo,
cara de rosa."
 
Y el cantar donde a la amada le basta eso. Con el amor de su galán. Por eso le dice, con generoso donaire:
 
"Con cinco mulas,
mi amante labrador
con cinco mulas:
tres y dos son del amo...
las demás, suyas".
 
LA VIRGEN DE NAVASERRADA
 
La devoción mariana de Hoyo de Pinares confluye hacia la preciosa imagenn serrana de la Madre del Señor, que se venera en el templo parroquial.
 
Antaño se veneraba en la derruida iglesia de Navaserrada, que perteneció al desaparecido pueblo de San Vicente, próximo a este lugar. Trasladada al templo de Hoyo de Pinares, erigida en Patrona de la Villa, al derrumbarse su iglesia parroquial primitiva se convierte en madre celestial de los hoyenses. Se veneró, pues, en siglos pasados, en aquellos templados y vistosos campos de pinos y viñedos, al igual que la Virgen cebrereña de Valsordo preside las romerías en su ermita, junto a la ribera del río Alberche.
 
Hoy, la serrana Virgen hoyense preside anualmente, en su mes de las flores, la estupenda peregrinación romera de sus vasallos devotos, que caminan, con acendrado fervor mariano, varios kilómetros, hasta el bello lugar de El Fresne, llamado ahora Pradera de la Virgen, para testimoniarla su cariño. Allí preside la celebración del acto litúrgico, bajo el arco que forman las vetustas piedras que, un día ya lejano, cobijaron la bella imagen, en la derruida iglesia del campo Navaserrada.
 
SAN MIGUEL ARCÁNGEL, PATRÓN CELESTE
 
Hoyo de Pinares es un pueblo que canta. Y donde suenan guitarras, y bandurrias, y laúdes, y cantares, existe la felicidad.
 
San Miguel Arcángel, el Anunciador celeste, Patrón de esta villa. Sus fiestas duran tres, cuatro días, con encierros, corridas de novillos, verbenas, procesiones, cohetes y campanas... Con el otoño recién estrenado y la vendimia a punto de comenzar:
 
Por San Miguel, estío acabado
no hay uvas en las cepas que no hayan madurado...
 
Hoyo de Pinares "tira la casa por la ventana". Que "una vez al año no hace daño".
 
En las cepas tempranas que se incrustan en los pinares, bien nutridas de tierra virgen, queda todavía albillo acendrado por el sol y descomunales racimos de chelva, que saben a gloria cuando se aproxima la Navidad...
 
Buena ocasión para que los que amamos la belleza inconmensurable de esta tierra de vides jocundas, que alegran el corazón con su vino generoso, tornemos a ella para regodeo, igualmente, del espíritu, con un piropo, con aire de seguidilla en los labios, para la graciosidad de las mozas de Hoyo de Pinares:
 
Aunque entre peñas vives,
en un barranco,
mis ojos entre flores
te están mirando...
 
Hermenegildo Martín Borro (*)

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(*) Hermenegildo Martín Borro, Poeta de la Hispanidad, nació en Cebreros en 1900 y falleció en 1985. Entre sus obras destacan De Madrid a Caracas, Mi río ya no es mi río, Paisaje y espíritu, Dando besos al aire y Enamorada Cumbre. Hoy da nombre al Instituto de Educación Secundaria de Cebreros.

Fuente | Publicado en el Programa de las Fiestas San Miguel 1983.

(Nota: El autor, utiliza el término hoyense en lugar del gentilicio hoyanco, que es el oficialmente aceptado, siguiendo así el criterio de su amigo D. Alipio García León de considerar que éste último es un vulgarismo de irregular formación léxica).