La ciudad de Ávila rindió un caluroso y emotivo tributo a la pintora Teresa Beltrán, natural de El Hoyo de Pinares, cuya figura y trayectoria artística fue ensalzada desde diferentes puntos de vista
“Es mediodía y James Baldwin está caminando con un amigo por las calles del sur de la isla de Manhattan.
La luz roja los detiene en una esquina.
- Mira -le dice el amigo, señalando al suelo.
Baldwin mira. No ve nada.
Baldwin mira. No ve nada.
- Mira, mira.
Nada. Allí no hay nada que mirar, nada que ver. Un cochino charquito de agua contra el borde de la acera y nada más.
Pero el amigo insiste:
- ¿Ves? ¿Estás viendo?
Y entonces Baldwin clava la mirada y ve. Ve una mancha de aceite estremeciéndose en el charco. Después, en la marcha de aceite ve el arcoiris. Y más adentro, la calle pasa, y la gente pasa por la calle, los náufragos y los magos, y el mundo entero pasa, asombroso mundo lleno de mundos que en el mundo fulguran; y así, gracias a un amigo, Baldwin ve, por primera vez en su vida ve”.
(Eduardo Galeano. “Memoria del Fuego”)
Teresa Beltrán es esa amiga que te enseña a mirar, que te ayuda a ver lo que te ha pasado desapercibido, la belleza escondida de lo cotidiano.
Yo habría pasado mil veces -seguramente con la cabeza agachada y con prisa- por una callejuela del pueblo, dejando a un lado las casitas viejas con balcones. Hasta que no la pintó Teresa, no descubrí la hermosura que latía en aquel rincón. La imaginación de la artista llenó de flores los balcones, pero su sensibilidad captó también la magia de la blancura, de la luz y del color que a mí me habían pasado hasta entonces inadvertidos.
Hace tiempo me habló de un lugar en el campo que yo no conocía. Cuando pasé por primera vez por él, lo reconocí al instante. Nunca la he preguntado si acerté, porque estoy completamente seguro: era por la tarde, era otoño y de pronto todo -el sol crepuscular, las pinceladas ocres, verdes y amarillas salpicando el monte, una casita en lo alto...- aparecieron ante mis ojos como una acuarela inconfundiblemente pintada por Teresa.
Teresa Beltrán es de esas personas que tienen un don especial, una mirada singular. Y quien tiene ese don está obligado a compartirlo, a usar de él, a hacernos partícipes a los demás.
Teresa Beltrán es de esas personas que tienen un don especial, una mirada singular. Y quien tiene ese don está obligado a compartirlo, a usar de él, a hacernos partícipes a los demás.
Así lleva Teresa ya muchos años ofreciendo su arte a quien quiere acercarse a sus cuadros con los ojos y el corazón abiertos. Y hace algunos meses, en reconocimiento a esa trayectoria, la ciudad de Ávila quiso rendir un homenaje muy especial a esta artista natural de nuestro pueblo, que ha paseado el nombre, los viñedos, las amapolas, los pinares y las estampas de El Hoyo de Pinares por la geografía española y por otros países.
En aquel homenaje, celebrado la pasada primavera en la capital abulense, el salón de actos del Episcopio se llenó de público que acudió a la convocatoria del Ayuntamiento de Ávila.
Entre los representantes políticos presentes, estuvieron el Presidente de las Cortes de Castilla y León José Manuel Fernández Santiago, el Subdelegado del Gobierno Augusto César Martín Montero, el Presidente de la Diputación Agustín González, el eurodiputado Agustín Díaz de Mera, así como varios diputados provinciales y concejales abulenses de todos los grupos políticos. También se dieron cita muchos representantes de la sociedad civil de la ciudad, desde Gonzalo Jiménez, de la Obra Cultural de Caja de Ávila, hasta el Presidente de UNICEF, Vicente Bosque Hita. Asistieron artistas como los prestigiosos pintores Díaz Castilla o Ricardo Sánchez, historiadores como Emilio Rodríguez Almeida, un buen número de escritores entre los que se encontraban Teresa Barbero, Luis García Arés, Félix de González, Jacinto Herrero, José M. Muñoz Quirós, José Pulido o Adolfo Yánez, por citar sólo algunos nombres de una extensísima representación del mundo de la cultura. Tampoco faltaron a la cita alcaldes de otros municipios donde se aprecia la obra y la personalidad de Teresa, como Navalperal de Pinares (Ávila), Fresnedillas de la Oliva (Madrid) o Zarzuela del Monte (Segovia). Como es lógico, hubo también representación de nuestro Ayuntamiento, a través del alcalde y de varios concejales de distintos grupos.
Entre las intervenciones, el concejal abulense de cultura, Áureo Martín Labajos, explicó el porqué de este homenaje y presentó a los asistentes la exposición antológica de Teresa Beltrán que seguidamente abría sus puertas y que, durante los días siguientes, cosecharía un gran éxito de crítica y de asistencia. En la muestra podían contemplarse desde sus primeras obras hasta un avance de que lo está siendo su última y muy sugestiva evolución estilística.
Francisco López Hernández, también escritor y párroco de San Pedro, detalló su minucioso trabajo para reunir, en el excelente y completo catálogo de la muestra, todos los hitos fundamentales de la biografía artística de Teresa.
Óscar Garcinuño recordó su intervención en el acto de nombramiento de hija adoptiva de la localidad segoviana de Zarzuela del Monte, donde la artista ha contribuido a impulsar una singular pinacoteca. Este Doctor en Historia del Arte, considera que “no se puede entender la carrera artística de Teresa Beltrán sin hacer referencia a su lugar de nacimiento y centro de trabajo, enseñanza y aprendizaje durante varios años: Hoyo de Pinares. La presencia en su retina, desde la más tierna infancia, de la luz y el paisaje de este pueblo abulense ha condicionado sin duda alguna su capacidad para plasmar la naturaleza en sus obras”.
Javier García Benedicto puso voz a un texto del crítico de arte andaluz Manuel Ruiz Ruiz, quien subrayó que Teresa “en su método de pintura utiliza el agua, un método purificador que evoca una obra limpia, transparente y clara a semejanza del alma de su hacedora”.
El escritor y director de Diario de Ávila Carlos Aganzo evocó la íntima relación entre pintura y poesía en la trayectoria pública y privada de Teresa Beltrán. Frente a otras visiones del arte formalmente desvinculado de la palabra, la creación de Teresa está, como la literatura, vinculada a la búsqueda de la belleza, la comunicación y el sentimiento.
Laura González habló en representación de los numerosos alumnos que han aprendido en los talleres de Teresa Beltrán, elogiando su capacidad como enseñante y manifestando la sencillez y cercanía que transmite, unas palabras muy sentidas que cosecharon un calurosísimo aplauso del público.
La intervención de Teresa Beltrán se resume en una palabra: gratitud. La artista hoyanca agradeció emocionada la organización de este homenaje y fue recordando los gestos, las presencias, los detalles de todas las personas que han formado parte de su vida personal y su vida artística, que en ella no son compartimentos estancos, porque su arte emana autenticidad.
El alcalde abulense, Miguel Ángel García Nieto, cerró el acto comentando la estrecha vinculación de Teresa con la ciudad y calificó este homenaje como el gustoso pago de una deuda que Ávila tenía con la artista.
Fue un homenaje brillante, en el que los vecinos de El Hoyo de Pinares que nos habíamos desplazado para estar al lado de Teresa, nos sentimos orgullosos de compartir paisanaje con ella y disfrutamos de la emotividad que presidió el acto en todo momento.
Fue un justo reconocimiento a su obra y su trayectoria, pero sólo un punto y seguido. Porque Teresa continuará creando esa pintura con la que nos regala la mirada y el espíritu. Y muchas personas seguiremos alimentando la complicidad y pidiéndole que nos siga ayudando a descubrir la belleza agazapada a nuestro lado.
Carlos Javier Galán
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Fuente | Publicado en Diario de Ávila, 26.09.06.
Ilustración | Fotografías de Diario de Ávila del acto de homenaje.