29 de septiembre de 1916. El Hoyo de Pinares había festejado por la mañana a su patrón, San Miguel Arcángel, con misa y procesión. Por la tarde, se celebraba una novillada en la plaza del pueblo, habilitada como coso taurino para satisfacer una afición inmemorial.
El novillero Francisco Martínez, Palmerito, se enfrentaba al primero de la tarde, un difícil ejemplar de la ganadería de Robles, cuando el banderillero Serafín Uría, Barbero, resultó fuertemente corneado.
Según narraron algunas crónicas de la época (publicadas en La Acción, Heraldo de Madrid, La Correspondencia de España y La Lidia) fue trasladado a la enfermería, donde el médico le atendió sin percatarse de que su situación fuera tan grave.
Para que se recuperase de la conmoción y poder ponerse en camino a Madrid, lo acogieron en un domicilio particular. Allí fue empeorando, hasta sufrir horas después una parada cardíaca. En el pueblo no se conocía su estado y se había mantenido el baile, en el que muchas personas disfrutaban ajenas a la tragedia que se producía a poca distancia. A las diez de la noche, moría en El Hoyo de Pinares Serafín Uría, con tan solo veintiséis años.
El acta de defunción, extendida el 1 de octubre y suscrita por el juez Julio Miguel y por el secretario Vicente Herranz, recoge como causa de la muerte “fractura de la base del cráneo”, tras haberle practicado la autopsia. El declarante fue el alguacil de la localidad y firmaron como testigos dos vecinos, Sebastián Herranz y Rafael Martín.
El acta de defunción, extendida el 1 de octubre y suscrita por el juez Julio Miguel y por el secretario Vicente Herranz, recoge como causa de la muerte “fractura de la base del cráneo”, tras haberle practicado la autopsia. El declarante fue el alguacil de la localidad y firmaron como testigos dos vecinos, Sebastián Herranz y Rafael Martín.
Serafín había nacido el 10 de julio de 1890 en Madrid. Era hijo de madre soltera, Teresa Uría, de Villafranca del Bierzo (León). La familia vivía en el madrileño barrio de Chamberí, concretamente en la calle Covarrubias y, al parecer, tanto la madre como los hermanos dependían de los ingresos del banderillero.
El desafortunado joven recibió sepultura en el cementerio municipal de El Hoyo de Pinares. Es de suponer que la familia no pudiera acometer los gastos del traslado y de adquirir nicho en la capital. De la precaria situación económica en que quedaron sus allegados nos da idea el hecho de que, algunas semanas más tarde, el 15 de octubre de 1916, se celebró en la Plaza de Toros de Tetuán una cuestación a su favor entre el público después de lidiarse el tercero de la tarde. Los toreros que tomaban parte en la corrida, junto a otros que estaban de espectadores y se unieron, recolectaron 145 pesetas de la época para la madre y hermanos de su compañero, un gesto del que dan cuenta las revistas La Lidia y Toros y Toreros.
En el viejo cementerio de nuestra villa puede encontrarse la tumba en la que, a pesar del deterioro del siglo transcurrido, aún puede leerse: “A nuestro infortunado hijo Serafín Uría Barbero, víctima del toreo el 29 de septiembre de 1916, a los 26 años de edad. Tu madre, tía y hermanos nunca te olvidan. D.E.P.”. Durante muchos años se conservó la memoria de un suceso que impresionó hondamente al pueblo y, por ello, cada 1 de noviembre, cuando las familias iban a honrar a sus difuntos, era costumbre que las jóvenes de la localidad depositaran flores sobre esa solitaria lápida.
Este año, con ocasión de cumplirse el centenario de aquella desgraciada muerte, la Corporación Municipal ha tenido el acierto de programar un hermoso gesto de recuerdo a Serafín Uría Mauriz, Barbero. El jueves 29 de septiembre de 2016, la novillada se lidiará con divisas negras y la plaza guardará un minuto de silencio en memoria del torero. Un hombre joven que vino a El Hoyo de Pinares hace cien años, quién sabe si persiguiendo con vocación sus sueños, o tal vez solamente en busca de unos pequeños ingresos con los que mantener a su familia, y que ya nunca regresaría al hogar donde lo esperaban.
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Carlos Javier Galán
Fuente | Publicado en el Programa de Fiestas San Miguel 2016 y en Diario de Ávila 27.09.2016.
Ilustraciones | Óleo Tercio de banderillas, de Estefanía Castillo Heredia. Fotografías Procesión de San Miguel 1952, propiedad de J. Cándido Martín, y Tarde de toros lluviosa en la Plaza de España, propiedad de Sebastián Gallego, ambas publicadas en el libro El Hoyo de Pinares; Imágenes del Ayer, de Carlos Javier Galán. Fotografía de la tumba de Serafín Uría Barbero, de Manuel Tabasco.