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Las primeras elecciones democráticas en El Hoyo de Pinares

En el referéndum del 15 de diciembre de 1976, los hoyancos habían respaldado por amplia mayoría, como el resto de españoles, la Ley para la Reforma Política, que abrió la puerta a la existencia de partidos, después de cuatro décadas de prohibición, y que preveía la celebración de elecciones parlamentarias. Se trataba del instrumento legal que permitiría una transición pacífica de la dictadura a la democracia y lo había impulsado Adolfo Suárez, el joven presidente del gobierno nacido en nuestro vecino pueblo de Cebreros y nombrado unos meses antes por el rey Juan Carlos. 

Se ha cumplido este año el 40º aniversario de las primeras elecciones de la actual democracia, que tuvieron lugar el 15 de junio de 1977. Pero ¿cómo fueron esos comicios en nuestro pueblo? 

En la provincia de Ávila había que elegir, como ahora, tres diputados y cuatro senadores. Los primeros, en listas cerradas presentadas por partidos políticos o agrupaciones de electores, y los segundos marcando cada votante tres candidatos en una lista abierta. 

Unión de Centro Democrático (UCD), la coalición creada en torno al presidente del gobierno, presentaba como cabeza de la lista al Congreso en nuestra provincia al empresario abulense Fernando Alcón Sáez, fallecido el año pasado, una persona del círculo de confianza de Suárez. El número dos era un letrado del Consejo de Estado, José María Martín Oviedo, y el número tres el farmacéutico Daniel de Fernando Alonso. El principal candidato de UCD al Senado por Ávila era el médico Alberto Dorrego González, que concurría a la cámara alta junto con Darío Benito García, ex director de la clínica Santa Teresa, también fallecido en 2016, y Julio García Benavides. 

El Partido Socialista Obrero Español (PSOE) cuyo secretario general era Felipe González, optó en Ávila en aquella ocasión por una candidatura mayoritariamente cunera (es decir, candidatos que no eran de la provincia). Al Congreso la encabezaba Eduardo Ferrera Ketterer, al que seguían José Segovia Pérez y Ángel Ramón Martínez Marín. Su aspirante más destacado al Senado fue el que años después sería presidente de esa cámara, José Federico de Carvajal Pérez, acompañado por Rodolfo Vázquez de Marcos y Mariano Gómez Sánchez. 

Alianza Popular (AP), federación de partidos que presidía el ex ministro Manuel Fraga Iribarne, presentó como cabeza de lista al Congreso por Ávila a Ángel Herrero Esteban, junto con Pedro Baudín Sánchez y Lucidio Herráez Navas. Su terna al Senado la integraban Francisco Abella Martín, el médico analista Faustino Cermeño Cermeño y el industrial Jaime Santamaría Bejarano. 

La candidatura abulense al Congreso del Partido Comunista de España, liderado por Santiago Carrillo, la integraron el economista Carlos Sáenz de Santamaría, Antonio González Rodilla y el que luego sería historiador y catedrático Serafín de Tapia Sánchez. El PCE, que había sido legalizado dos meses antes, no presentó candidatos al Senado por Ávila. 

Había una persona vinculada a El Hoyo de Pinares en una de las candidaturas: Miguel Lobato Martín fue cabeza de lista al Congreso por Ávila del partido Fuerza Nueva (FN) que presidía Blas Piñar. Le acompañaban Marino del Pozo Marín y Andrés Joaquín Arribas García, mientras que José García López y Ramón Fernández Cabezudo fueron aspirantes al Senado. Al año siguiente, Lobato resultaría elegido concejal en nuestro pueblo por la candidatura Independientes de Navaserrada, que obtuvo dos representantes en el Ayuntamiento surgido de las primeras elecciones municipales de la actual democracia. 

Las otras formaciones que concurrieron en 1977 al Congreso en nuestra provincia fueron: el Partido Socialista Popular (PSP) de Enrique Tierno Galván, que más tarde se integraría en el PSOE; la Federación de la Democracia Cristiana (FDC) de Joaquín Ruiz-Giménez y José María Gil-Robles, que vio frustradas sus expectativas electorales al quedar como grupo extraparlamentario a nivel nacional; el Movimiento Socialista (MS); y la Agrupación Electoral de los Trabajadores de Ávila. 

Durante la campaña electoral, que duró 21 días, se celebraron también en nuestro pueblo los primeros mítines después de cuarenta años, actos de los que no parece que exista ningún testimonio gráfico, por lo que he podido indagar, puesto que no era tan usual la posesión de cámaras fotográficas. Tampoco hay que olvidar que un cierto temor se unía entonces a una indudable y extendida esperanza. Por otro lado, la organización de los partidos era aún muy rudimentaria e incipiente. Habría que esperar a las primeras elecciones municipales, en 1979, para que empezaran a articularse a nivel local los grupos políticos. 

Un recuerdo curioso de la campaña fue que, en medio de los actos por toda la geografía nacional, el propio presidente Adolfo Suárez realizó el 10 de junio un viaje sorpresa a su localidad natal que, según aseguraron los periódicos de la época, no había sido anunciado con antelación ni a las autoridades ni a los medios. A las 11’30 h. llegó con su esposa Amparo Illana al pueblo vecino, donde saludó a sus paisanos, que se le acercaban por la calle. Entró a un bar en la plaza, con el alcalde cebrereño Vicente Marín, su cuñado y secretario Aurelio Delgado y otros acompañantes. Después asistió a misa en la iglesia parroquial y a la procesión del Corpus Christi. Antes de emprender regreso a Madrid, se despidió saludando desde un vehículo descapotado a los numerosos vecinos de Cebreros que lo aclamaban. 

La jornada electoral del 15-J se desarrolló en El Hoyo de Pinares con una elevada participación: el 84,73 % del censo acudió a las urnas. Parece que había ganas de estrenar democracia. 

Como anécdota, podemos señalar que en el pueblo era frecuente entonces votar incluso sin exhibir siquiera el DNI, porque los miembros de la mesa electoral conocían prácticamente a todos los electores. 

Igual que sucedió en el ámbito nacional, UCD fue también la vencedora a nivel local: obtuvo en El Hoyo de Pinares 625 votos al Congreso, lo que suponía el 44,20 % del total. Le siguió el PSOE, con 481 sufragios, un 34,02 %. En tercera posición, Alianza Popular, con 111 votos, un 7,85 %. Por su parte, Fuerza Nueva, con Miguel Lobato como cabeza de lista, cosechó 75 votos, el 5,3 %. Le siguieron: la Federación de la Democracia Cristiana con 45 votos (3,18 %); el Partido Comunista con 43 (3,04 %), el Partido Socialista Popular con 17 votos (1,2 %), la Agrupación Electoral de Trabajadores de Ávila con 6 votos (0,42 %) y el Movimiento Socialista con 2 (0,14 %). 

Tras el escrutinio definitivo en nuestra provincia, la lista de UCD logró los tres escaños del Congreso, resultado que revalidó en las siguientes elecciones, celebradas en 1979, una vez aprobada la Constitución. Después, nunca más se ha repetido, hasta la fecha, que un solo partido logre los tres puestos en el Congreso. 

Los primeros diputados democráticos por Ávila fueron, por tanto, Fernando Alcón, José M. Martín Oviedo y Daniel de Fernando. De los escaños en el Senado, tres se asignaron a UCD (Alberto Dorrego, Darío Benito y Julio García Benavides) y uno fue para el PSOE (Federico de Carvajal). 

El Hoyo de Pinares y todos los demás pueblos de España apostaron entonces por superar definitivamente el enfrentamiento civil y por dejar atrás la etapa franquista. Comenzaba el camino del pluralismo y de la convivencia. Como dice el epitafio de Suárez en la catedral de Ávila, “la concordia fue posible”. Una conquista colectiva que ojalá sepamos conservar y fortalecer.

Carlos Javier Galán
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Fuente | Publicado en el Programa de Fiestas San Miguel 2017.

Ilustraciones |  
- Collage de carteles de la campaña electoral de junio 1977. 
- Adolfo Suárez en el bar Talín de Cebreros. Fotografía del archivo de Diario 16, propiedad de la Fundación San Pablo CEU, depositado en el Museo Adolfo Suárez y la Transición en Cebreros. 

Centenario de la muerte del banderillero Serafín Uría "Barbero"


29 de septiembre de 1916. El Hoyo de Pinares había festejado por la mañana a su patrón, San Miguel Arcángel, con misa y procesión. Por la tarde, se celebraba una novillada en la plaza del pueblo, habilitada como coso taurino para satisfacer una afición inmemorial. 

El novillero Francisco Martínez, Palmerito, se enfrentaba al primero de la tarde, un difícil ejemplar de la ganadería de Robles, cuando el banderillero Serafín Uría, Barbero, resultó fuertemente corneado. 

Según narraron algunas crónicas de la época (publicadas en La Acción, Heraldo de Madrid, La Correspondencia de España y La Lidia) fue trasladado a la enfermería, donde el médico le atendió sin percatarse de que su situación fuera tan grave. 

Para que se recuperase de la conmoción y poder ponerse en camino a Madrid, lo acogieron en un domicilio particular. Allí fue empeorando, hasta sufrir horas después una parada cardíaca. En el pueblo no se conocía su estado y se había mantenido el baile, en el que muchas personas disfrutaban ajenas a la tragedia que se producía a poca distancia. A las diez de la noche, moría en El Hoyo de Pinares Serafín Uría, con tan solo veintiséis años.

El acta de defunción, extendida el 1 de octubre y suscrita por el juez Julio Miguel y por el secretario Vicente Herranz, recoge como causa de la muerte “fractura de la base del cráneo”, tras haberle practicado la autopsia. El declarante fue el alguacil de la localidad y firmaron como testigos dos vecinos, Sebastián Herranz y Rafael Martín. 

Serafín había nacido el 10 de julio de 1890 en Madrid. Era hijo de madre soltera, Teresa Uría, de Villafranca del Bierzo (León). La familia vivía en el madrileño barrio de Chamberí, concretamente en la calle Covarrubias y, al parecer, tanto la madre como los hermanos dependían de los ingresos del banderillero. 

El desafortunado joven recibió sepultura en el cementerio municipal de El Hoyo de Pinares. Es de suponer que la familia no pudiera acometer los gastos del traslado y de adquirir nicho en la capital. De la precaria situación económica en que quedaron sus allegados nos da idea el hecho de que, algunas semanas más tarde, el 15 de octubre de 1916, se celebró en la Plaza de Toros de Tetuán una cuestación a su favor entre el público después de lidiarse el tercero de la tarde. Los toreros que tomaban parte en la corrida, junto a otros que estaban de espectadores y se unieron, recolectaron 145 pesetas de la época para la madre y hermanos de su compañero, un gesto del que dan cuenta las revistas La Lidia y Toros y Toreros

En el viejo cementerio de nuestra villa puede encontrarse la tumba en la que, a pesar del deterioro del siglo transcurrido, aún puede leerse: “A nuestro infortunado hijo Serafín Uría Barbero, víctima del toreo el 29 de septiembre de 1916, a los 26 años de edad. Tu madre, tía y hermanos nunca te olvidan. D.E.P.”. Durante muchos años se conservó la memoria de un suceso que impresionó hondamente al pueblo y, por ello, cada 1 de noviembre, cuando las familias iban a honrar a sus difuntos, era costumbre que las jóvenes de la localidad depositaran flores sobre esa solitaria lápida. 

Este año, con ocasión de cumplirse el centenario de aquella desgraciada muerte, la Corporación Municipal ha tenido el acierto de programar un hermoso gesto de recuerdo a Serafín Uría Mauriz, Barbero. El jueves 29 de septiembre de 2016, la novillada se lidiará con divisas negras y la plaza guardará un minuto de silencio en memoria del torero. Un hombre joven que vino a El Hoyo de Pinares hace cien años, quién sabe si persiguiendo con vocación sus sueños, o tal vez solamente en busca de unos pequeños ingresos con los que mantener a su familia, y que ya nunca regresaría al hogar donde lo esperaban.

Carlos Javier Galán

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Fuente | Publicado en el Programa de Fiestas San Miguel 2016 y en Diario de Ávila 27.09.2016.

Ilustraciones | Óleo Tercio de banderillas, de Estefanía Castillo Heredia. Fotografías Procesión de San Miguel 1952, propiedad de J. Cándido Martín, y Tarde de toros lluviosa en la Plaza de España, propiedad de Sebastián Gallego, ambas publicadas en el libro El Hoyo de Pinares; Imágenes del Ayer, de Carlos Javier Galán. Fotografía de la tumba de Serafín Uría Barbero, de Manuel Tabasco.

Timoteo Gallego, alcalde de El Hoyo de Pinares (1952-63)

El pasado 8 de julio falleció, a los 98 años de edad, Timoteo Gallego Galán, quien fuera alcalde de El Hoyo de Pinares durante más de una década, un mandato que sin duda marcó un punto de inflexión en la evolución del municipio. Si cada año damos a conocer aquí episodios de nuestra historia local, resulta muy oportuno recordar en esta ocasión algunos de los hitos fundamentales de esa etapa. 

Timoteo Gallego fue nombrado alcalde por el gobernador civil de Ávila el 11 de julio de 1952, sustituyendo en el cargo a Fabriciano Galán Tejedor. Para las más recientes generaciones hay que explicar que, durante el régimen franquista, los alcaldes no eran elegidos democráticamente, sino nombrados por el Gobernador Civil (figura que es la antecesora de los actuales Subdelegados del Gobierno en cada provincia, pero con mayor poder). Los concejales, por su parte, se renovaban por tercios: uno ellos designado por el sector sindical, otro por las instituciones culturales de la localidad y el tercio restante elegido por los cabezas de familia del pueblo, pero sin que se autorizase la existencia de partidos políticos. 

A mediados del siglo pasado, el pueblo carecía de suministro de agua potable. El agua para beber, cocinar, limpiar o asearse, se tenía que llevar en cántaros a las casas. En la parte alta del arroyo se lavaba la ropa. Y en la parte baja del mismo –que atravesaba el casco urbano- y en muchas callejas se arrojaban aguas fecales, porque las viviendas, claro está, tampoco contaban con cuartos de baño ni desagües. 

Éste es el panorama en el que la Corporación Municipal presidida por Fabriciano Galán acuerda poner en marcha en 1951 la ambiciosa obra de abastecimiento de agua al municipio, aprobando un presupuesto de 1.213.138 ptas. y solicitando el auxilio estatal. 

Con la llegada de Timoteo Gallego al frente de la alcaldía, se hace realidad este proyecto, para el que se aprobaron en 1954 presupuestos extraordinarios. 

El agua potabilizada abasteció inicialmente las fuentes públicas y, durante los años siguientes, hasta 1958, se adoptaron los acuerdos precisos que permitieron que llegase a los hogares y que el municipio contase con una red de saneamiento. La transformación que supuso esta obra fue inmensa, en términos sanitarios y de calidad de vida. 

Coincidiendo con el abastecimiento de agua, se construyó en 1955 una nueva fuente en la entonces denominada Plaza de los Mártires, hoy precisamente Plaza del Caño. Con un presupuesto de 14.900 ptas., el cantero Julián Estévez se encargaría de ejecutar esa obra, que actualmente es uno de los emblemas de nuestro pueblo. Luego se le encargarían siete fuentes más, distribuidas por distintos barrios. 

Otra de las preocupaciones de la Corporación Municipal que encabezó Timoteo Gallego fue el problema de la vivienda. En muchas casas antiguas, sin las debidas condiciones de habitabilidad e higiene, se hacinaban familias enteras, a menudo sin división de habitaciones y, en no pocas ocasiones, compartiendo espacio incluso con ganado o caballerías. 

El 23 de enero de 1955 el consistorio acuerda ofrecer a la Obra Sindical del Hogar de la Delegación Nacional de Sindicatos dos terrenos del municipio para la construcción de 50 viviendas en cada uno. La primera fase que aprobó este organismo fue de 34 viviendas en el Plan Sindical de 1955. En 1959 se lograría la aprobación de otra promoción de viviendas sociales. Las llamadas popularmente “casas baratas”, en la zona de Fuente Nueva y en la zona de la Herrén de las Ánimas, contribuyeron a mejorar la vida de muchas familias y fueron otro impulso a la modernización del municipio. 

Obra destacable de este período fue también la construcción de lo que hoy conocemos como Escuelas “de arriba”. El 11 de enero de 1953 se dieron los primeros pasos cuando el alcalde expuso al pleno “la imperiosa necesidad de llevar a efecto la construcción de un edificio escolar, donde puedan recibir enseñanza los niños de todas las edades, de la disciplina de Primera Enseñanza, habida cuenta de que los locales actuales habilitados para escuelas en la localidad no reúnen las condiciones de capacidad e higiene que requieren las disposiciones vigentes”. 

Para ello, la Corporación acuerda acogerse a las subvenciones que el Ministerio de Educación otorgaba y utilizar para el futuro edificio escolar un solar de propiedad municipal en la “Herrén del Cristo”. Como curiosidad, señalaremos que hubo de llegarse a un acuerdo con la iglesia, porque en el mismo había estado ubicado un viejo cementerio, cuyos restos se trasladaron al actual (obviamente nos referimos a su ala más antigua, de los años veinte, y no a la ampliación que se llevo a cabo en la década de los ochenta). 

Se acordó que el proyecto contase con dos clases unitarias y ocho clases o grados más, cuatro para niños y cuatro para niñas. El 12 de diciembre de 1954 se sacó a concurso-subasta su ejecución y el 23 de enero se adjudicó al constructor Mario Iglesias Ferrer en la cantidad de 1.200.000 ptas., la mitad subvencionada por el Estado. La ejecución de la obra culminó en 1957. 

También corresponde a este mandato la edificación del Matadero Municipal de ganados. El 30 de febrero de 1955 se da luz verde al presupuesto, de 198.581 ptas. para unas instalaciones que se ubicarían “en el sitio llamado Los Herrenazos, entre el Camino del Cementerio y la Carretera de Valdemaqueda”. 

En 1957, el pueblo vivirá una jornada histórica y festiva con la inauguración de la red de agua, las Escuelas y el Matadero, en presencia de las autoridades provinciales. Timoteo quería que el acto gozara de la solemnidad que la ocasión requería y así lo expuso al pleno: “Sería prudente que, al tener lugar la total terminación de las obras de abastecimiento de aguas a la población, así como también las de construcción de los Grupos Escolares y Matadero Municipal, ambas de bastante consideración y de incalculable utilidad para el vecindario en general, se lleve a efecto la inauguración de las mismas con toda la brillantez que sea posible, dada la importancia de estos servicios para el progreso en esta localidad, señalándose una fecha para la realización de la ceremonia, a la que serán invitadas cuantas autoridades y jerarquías sean dignas de tal distinción”. 

El 31 de diciembre de 1960 se acuerda adquirir terrenos para que el Grupo Sindical de Colonización construya una Bodega Cooperativa para los viticultores de El Hoyo de Pinares, edificio cuya ejecución saldría a subasta en el Boletín Oficial del Estado en 1962. 

La educación y la cultura fue otra de las inquietudes del Ayuntamiento, que promovió la creación de una Academia para preparar alumnos de la localidad para el Bachillerato Elemental, dispuso becas municipales para ayudar a las familias de estudiantes y creó la Escuela de Formación Profesional de la Madera, donde muchas personas aprendieron un oficio. 

Una parte de un edificio de titularidad municipal sito en Plaza de los Mártires sería cedido en 1956 para ubicar la Hermandad de Labradores y Ganaderos. La otra mitad del mismo edificio se alquilaría en 1958 por 1.200 ptas. anuales para que el pueblo contase con otro nuevo servicio: la sucursal de la Caja de Ahorros de Ávila. 

También muchas calles, como Santa Teresa, Plaza de la Resurrección, Portugal, Mediodía, etc. fueron pavimentadas en la época, algunas de ellas con adoquinado fabricado por los canteros del propio pueblo. 

La subasta y adjudicación de decenas de parcelas en las zonas de la Perdiguera y Niña Montero a partir de 1959 supuso el impulso decidido del Ayuntamiento a una incipiente colonia veraniega, que transformaría definitivamente la realidad de nuestro pueblo. 

El 24 de julio de 1962 el pleno acordó la construcción de las piscinas naturales, mediante retenciones en el río Becedas. 

El fructífero período de Timoteo al frente de la alcaldía terminó en enero de 1963. No cabe duda de que, durante ese mandato, El Hoyo de Pinares da el salto de la miseria de posguerra al desarrollo. Pasa de ser un pueblo agrario a desarrollar por vez primera los sectores del turismo, la construcción y los servicios, tendencia que continuaría con los dos siguientes alcaldes. 

Podría pensarse que la localidad se limitó a verse beneficiada por esa misma evolución en el país. Y no es cierto. Efectivamente, España experimenta similar transformación con los Planes de Desarrollo, pero fue algunos años más tarde y, además, ese crecimiento económico no benefició a todos los municipios sino que, muy al contrario, marcó el inicio del éxodo rural a las ciudades y la desaparición de no pocos pueblos. 

Fue la capacidad visionaria de quien estaba en la alcaldía, con el apoyo de los integrantes de sus Corporaciones, lo que permitió que nuestra villa se adelantase a tener servicios esenciales para la población y a sentar las bases para, a continuación, promover que pudiera ser también elegida como segunda residencia. Un acierto que cambió el destino de El Hoyo de Pinares, que, hasta mediados de la década de los setenta, experimentaría un notable desarrollo. 

Aunque sólo me estoy refiriendo a su etapa como regidor y no a toda su trayectoria vital, creo que no sería justo quedarnos con la imagen de Timoteo Gallego únicamente como alcalde de la dictadura, aun cuando tuviera esta brillante gestión. Ha de reconocerse también que fue un hombre que, años después, apostó por la reforma democrática, por la reconciliación y por la convivencia de todos. 

Dotado de una gran inteligencia e interesante conversación y con casi un siglo de vida a sus espaldas, Timoteo era historia viva. Una calle con su nombre recuerda hoy en nuestra localidad a un alcalde cuya gestión, como toda obra humana, tendría sus virtudes y sus defectos, pero cuya extraordinaria visión de futuro contribuyó posiblemente a cambiar el destino de nuestro pueblo. 

Carlos Javier Galán
Fuentes consultadas: 

- Archivo Municipal. Libros de actas de plenos. (Mi agradecimiento a Juan Luis Beltrán por su inestimable colaboración en la labor de documentación). 
- Libro El Hoyo de Pinares. Imágenes del Ayer. Carlos Javier Galán. 1999. 
- Artículo Los alcaldes del siglo XX en El Hoyo de Pinares. Raúl Santamaría. Programa de fiestas 2002. 
- Artículo Timoteo Gallego Galán, de la serie Alcaldes de Hoyo de Pinares. Juan de Pablo Ayuso. El mirador de la Sierra. 
- Serie de artículos Retazos de nuestra historia. Carlos Javier Galán. Programas de fiestas de 2001 a 2005. 
- Boletín Oficial del Estado 
- Diario de Ávila 
- Diario hoyanco

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Fuente | Publicado en el Programa de Fiestas San Miguel 2016.

Ilustraciones | Fotografías de la Visita pastoral del Obispo de Ávila al municipio, inauguración de la red de aguas en 1957, bendición y entrega de las viviendas sociales e inaguración de las Escuelas, imágenes cedidas por el propio Timoteo Gallego para el libro El Hoyo de Pinares: Imágenes del Ayer, de Carlos Javier Galán.

Bicentenario de la Guerra de la Independencia: El Hoyo de Pinares bajo la ocupación francesa

 
1808. Hace doscientos años, los soldados franceses entran en España -envuelta en una grave crisis-, supuestamente para utilizar nuestro país como base en su ofensiva contra Portugal. La llegada de los ejércitos del país vecino es fruto de un pacto del emperador francés, Napoleón, con Godoy, el valido del rey español Carlos IV.

Pero las tropas napoleónicas no están de paso. Enseguida comienzan a ocupar, sin encontrar resistencia inicial, las principales ciudades españolas. La Familia Real, temerosa ya de las intenciones francesas, se refugia en el Palacio de Aranjuez y comienza a planear su marcha a Sevilla, con el propósito de embarcar desde ese puerto hacia las provincias españolas de América.
 
En Aranjuez se produce un motín popular contra Godoy, apoyado por el entonces príncipe de Asturias y futuro rey Fernando VII. Carlos IV se ve obligado a desposeer de poderes a su valido y a abdicar a favor de su hijo.

Las tropas francesas del general Murat consideran nula esa abdicación. Napoleón llama a padre e hijo a Bayona y, con el pretexto de mediar en el enfrentamiento dinástico entre ambos, fuerza la devolución de la corona por parte de Fernando a Carlos y la abdicación de éste a favor del hermano del propio emperador galo, Joseph Bonaparte, que es designado así nuevo rey de España.

Con José I en el trono español se intenta institucionalizar el dominio imperial sobre nuestro país. Se otorga una especie de Constitución impuesta, el Estatuto de Bayona.
 
El descontento ciudadano crece y, el 2 de mayo de 1808, estalla la insurrección popular contra las tropas francesas y comienza una prolongada lucha contra el invasor. Napoleón, que había conseguido una fácil ocupación del país, se veía enfrentado ahora a una tenaz guerra de guerrillas, una resistencia popular organizada en Juntas, que recibiría el apoyo del ejército inglés. Tras varias derrotas y complicaciones, en 1813 se firma el Tratado de Valençay, por el que se devuelve el trono español a Fernando VII y se inicia la retirada francesa.

Al cumplirse el bicentenario del levantamiento del pueblo español contra el invasor, que supuso una toma de conciencia nacional, se han realizado numerosos actos conmemorativos en nuestro país. Pero, ¿qué pasó en esos años en El Hoyo de Pinares?

Sabemos, con seguridad, que nuestro pueblo estuvo bajo dominio territorial de los ejércitos franceses y que su administración se organizó conforme a la legalidad dictada por José I, aunque con incursiones de la guerrilla. Pero no se conservan en el archivo municipal los documentos de esa época.

Sin embargo, hay un texto desconocido que encontré recientemente y que viene a aportarnos interesantísimos datos. En el año 1920 la revista La Lectura publicó un magnífico artículo, La guerra de la independencia en un rincón de las sierras centrales, escrito por Constancio Bernaldo de Quirós. El autor se hace eco de otro documento, un diario manuscrito que reflejaba cómo fue en nuestro pueblo la vida cotidiana bajo la ocupación francesa y la guerra contra el invasor.

Pedro Tomás Bernaldo de Quirós, natural de Las Navas del Marqués, es destinado como secretario a nuestra localidad. Aquí, entre marzo de 1812 y enero de 1813, va plasmando en un diario los acontecimientos que vive. Ese manuscrito lo conservaba entonces su bisnieto, Luis Alonso Bernaldo de Quirós, quien luego fuera alcalde de El Hoyo de Pinares en los años 30. Lamentablemente, no tenemos constancia de que haya llegado a nuestros días esa fuente privilegiada, pero parte de su contenido podemos conocerlo por el artículo periodístico que lo reseña con amplitud.

En enero de 1809, las tropas francesas, al mando del Mariscal Lefêbvre, habían entrado en la ciudad de Ávila, protagonizando todo tipo de saqueos, tropelías y destrucción.

En diciembre de 1809 se produce un levantamiento popular en Arévalo, que las tropas francesas reprimen con dureza. También fueron especialmente dramáticos los sucesos de Arenas de San Pedro.

En Ávila se constituyó en 1811 una Junta ambulante, que encabezaba la resistencia guerrillera contra el invasor.

La guarnición militar francesa en lo que hoy es nuestra comarca se estableció en El Tiemblo, donde los soldados napoleónicos también habían protagonizado, como en casi todas partes, fusilamientos, incendios y ultrajes.

El secretario de El Hoyo de Pinares tuvo que trasladarse en abril de 1812 a San Bartolomé de Pinares para ser notificado de la nueva organización administrativa decretada por el rey José Bonaparte.

España quedó dividida en ochenta prefecturas (Ávila y Segovia formaban una sola). La subprefectura de Ávila se organizaba en agrupaciones de pueblos, llamadas municipalidades, que contaban con dos regidores, un corregidor y diez vocales. La municipalidad en que la quedó encuadrada nuestro pueblo estaba formada por El Barraco (1 vocal), Cebreros (2), El Hoyo de Pinares (1), Las Navas del Marqués (2), San Bartolomé de Pinares (3), San Juan de la Nava (1), El Tiemblo (1), El Herradón de Pinares y Santa Cruz de Pinares (1), Navalperal de Pinares, Pelayos y Valdemaqueda (1). Obsérvese que había localidades que años más tarde pasarían a integrarse en la provincia de Madrid. Los dos regidores y el corregidor serían de San Bartolomé de Pinares, que quedó como capital comarcal.

El secretario del consistorio hoyanco tuvo que acompañar también al intendente provincial y al comisario de las tropas francesas de Castilla, en la recomposición de caminos, en su caso el tramo de El Tiemblo al puente del Burguillo.

En casi todos los municipios, el principal problema para la población era el mismo: tenían que contribuir obligatoriamente al avituallamiento de las tropas francesas y, a veces, al sostenimiento de las partidas guerrilleras, por lo que las humildes familias de nuestros pueblos sufrían una doble tributación imposible de asumir.

Pedro Tomás Bernaldo de Quirós, como secretario, era el encargado de recaudar, y a veces transportar, las raciones exigidas a los habitantes de El Hoyo de Pinares por la guarnición militar francesa de El Tiemblo. En su diario, relata las penalidades de la requisa matinal, con frecuencia infructuosa. Pasaba por las casas y los vecinos no podían ofrecer todo lo que exigían los soldados, por lo que a veces transcurrían varios días sin entregar esa contribución y temiendo en cualquier momento una represalia militar.

En abril de 1812, los franceses advierten a los hoyancos de que si no se pagan todos los atrasos, que ascendían a 150 raciones de pan, 400 raciones de legumbres y 120 de cebada, castigarían con dureza a la localidad. El 19 de abril, doscientos soldados franceses –de los seiscientos que hay en El Tiemblo- cumplen su amenaza. Llegan a El Hoyo de Pinares y saquean las casas de las familias, llevándose todas sus provisiones. En su diario, Pedro Tomás refleja que pidió que le dejasen un pedazo de pan para la sopa de su hijo, de apenas un año, que estaba gravemente enfermo, pero los franceses rechazaron su ruego. El pequeño murió cinco días más tarde.

Pero si las tropas francesas sangraban la modesta economía de los vecinos de nuestros pueblos, la resistencia frente al invasor también les exigía luego su contribución. La Junta Ambulante de Ávila mantenía un ejército paralelo al oficial y, en sus incursiones, reclutaba de manera forzosa en los pueblos a varones solteros de 16 a 45 años y a algunos casados, e imponía repartos vecinales de dinero.

El 26 de abril, las tropas francesas sorprenden en San Bartolomé de Pinares a las partidas encabezadas por Diego de la Fuente, alias Puchas, y Antonio Soblechero. Mueren cuatro guerrilleros, muchos resultan heridos, quince caen prisioneros y los franceses se apoderan, además, de medio centenar de caballerías.

El 11 de mayo, los franceses sorprenden también a partidas guerrilleras en el interior de El Hoyo de Pinares, provocando su dispersión.

El 16 de mayo unos doscientos soldados franceses que ocupaban Prado Capón, en Cebreros, mantienen un prolongado tiroteo durante toda la mañana contra la partida guerrillera encabezada por Fernando Garrido, apostada en el cerro de la Cruz de Serores.

Pedro Tomás anota cuidadosamente en su diario los precios de los alimentos básicos y los terribles incrementos provocados por la guerra. Por ejemplo, la fanega de trigo va pasando de costar 300 reales el 21 de marzo hasta nada menos que 444 reales el 14 de abril de 1812. El autor del diario narra como la harina se llegaba a hacer de centeno o de algarrobas.

La guerra, con los tributos impuestos por el invasor y por la resistencia y con la carestía de los alimentos, produjo un año de terrible hambre en la zona. Se comían a veces hierbas cocidas con sebo para sobrevivir. El 8 de abril, yendo desde El Hoyo de Pinares a Cebreros, Pedro se encuentra junto al puente de La Pizarra a un hombre, el tío Paulito, al que conocía por descender de su pueblo, Las Navas, medio muerto de hambre, porque llevaba cuatro días sin probar bocado.

Pedro Tomás Bernaldo de Quirós viajará en mayo desde El Hoyo de Pinares a Lisboa, en mula, acuciado por la necesidad. Y comienza un relato de esas jornadas que queda incompleto porque seguramente las circunstancias del viaje no le permitieron escribir cuanto quiso. En su itinerario, va siguiendo el curso de los ríos –el Becedas desemboca en el Cofio, éste en el Alberche y éste a su vez es afluente del Tajo, que llega precisamente hasta Lisboa, donde desemboca en el Atlántico-. Camina a menudo por la noche, para evitar el encuentro con las tropas francesas. En Portugal adquiere tejidos para luego revenderlos en Cebreros y poder así obtener algunos fondos para el sustento familiar.

Cuando regresa a España, un mes después, los franceses han abandonado El Tiemblo. El rey José está en retirada hacia el Norte, acosado por las derrotas militares, y son tiempos más esperanzadores para los vecinos de El Hoyo.

Pero la pesadilla no había acabado aún. En agosto, tropas francesas hacen una incursión y saquean por completo Las Navas del Marqués. La población huye atemorizada, refugiándose en los pueblos cercanos y en el monte.

Poco después, una guarnición militar francesa se instala en Robledo de Chavela y vuelve a exigir a los vecinos de El Hoyo de Pinares doscientas raciones diarias de carne, pan, vino, vinagre y aceite, así como setenta de forraje de ganado. Nuevamente la población se ve en serias dificultades para recaudar esa aportación impuesta y está temerosa de la represalia, pero los ejércitos ingleses ocupan hasta El Espinar y los franceses abandonan Robledo.

En El Escorial las tropas aliadas españolas, inglesas y portuguesas proclaman a Fernando VII como rey coincidiendo con las fiestas de San Lorenzo. En la festividad de la Virgen de Valsordo en Cebreros, el 15 de agosto de 1812, se celebra también lo que los habitantes de nuestra comarca consideran el final del dominio francés en la zona.

Pero en noviembre, los ejércitos del mariscal Soult vuelven a tomar parte de la meseta central y la ocupación francesa retorna así a nuestros pueblos. El 3 de diciembre de 1812, mil cuatrocientos soldados franceses, de camino hacia Toledo, se estacionan dos días en El Hoyo de Pinares y requisan ganado a los vecinos. El 6 de ese mismo mes, pasa, esta vez sin detenerse, otro regimiento desde Las Navas con dirección a Cebreros.

Enseguida los galos volvieron a establecer su guarnición en El Tiemblo. A finales de año, llega la orden de que El Hoyo tiene que contribuir con tres fanegas de harina de trigo, doscientos cuartillos de vino, doscientas raciones de legumbres y doscientas libras de carne diariamente, más otro impuesto extraordinario para crear los almacenes militares de treinta fanegas de trigo, cientos sesenta y dos de cebada y cinco mil reales en efectivo. Ahí el autor del diario, Pedro Tomás, abandona su relato, desolado y desmoralizado por el curso de una trágica guerra que está castigando duramente a la población. Quedaban todavía algunos meses hasta que las tropas francesas iniciasen su retirada definitiva.

 
Bibliografía:
  • La guerra de la independencia en un rincón de las sierras centrales. Constancio Bernaldo de Quirós. Artículo en La Lectura. Revista de Ciencias y de Artes, enero 1920.
  • La ciudad de Ávila. Estudio histórico. José Belmonte Díaz. Caja de Ávila. Ávila, 1987.
  • San Bartolomé de Pinares. Memoria y prospectiva. Diego Martín Peñas, Alberto Sáez Gordo y Francisco Javier Luis Jiménez. Institución Gran Duque de Alba. Ávila, 1997.
  • El Tiemblo, villa de Ávila. Antonio Estrella Grande y Carlos Reviejo Hernández. Ayuntamiento de El Tiemblo. El Tiemblo (Ávila), 1991.  
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Fuente | Publicado en el Programa de Fiestas San Miguel 2008 y en Diario de Ávila, 25.09.08.

Ilustraciones | Dintel de casa antigua de El Hoyo de Pinares, fotografía de Manuel Tabasco. Láminas de soldados napoleónicos. 
 

Una cita con la historia medieval de Hoyo de Pinares


Corría el año de 1250 y, en Castilla y León, reinando Alfonso X El Sabio, la comarca de la Tierra de Pinares aparecía ya dibujada en los mapas como un territorio poblado. Fuera de la Tierra de Pinares, aparecía una gran extensión, prácticamente deshabitada, a excepción de algunos núcleos aislados, como se aprecia en el mapa que se inserta.
 
Hoyo de Pinares (El Foyo) recibía en ese mismo año un heredamiento del citado rey, delimitando lo que sería su primera jurisdicción municipal, cuya periferia abarcaría desde Peña Aguilera a Valdeliebres pasando por Navalhorno y Viñalajara y, desde allí, al río Becedas, para volver al punto de partida en Peña Aguilera. La donación real, confería al territorio acotado por este perímetro, personalidad jurídica municipal propia, equiparándole con las Villas que tenían ese mismo privilegio.
 
El Caserío o Alijar de Helipar, las aldeas de Quemada, Navaserrada, El Foyo (El Hoyo), Villaba, Sotillo, Serores, Ezebreros (Cebreros) y Sancta María del Trémulo (El Tiemblo), junto con Ferradón (Herradón de Pinares) y Sanct Bartholomé, constituían el Partido de Piinares, a efectos eclesiásticos, dentro de una misma comarca. La omisión de Navalperal, Las Navas y Valdemaqueda está plenamente justificada al no haber sido pobladas aún en esas fechas, ya que Las Navas lo haría en 1275 por decisión de Alfonso X El Sabio, en el mismo lugar donde anteriormente hubo un asentamiento humano en la Edad del Hierro, y Navalperal y Valdemaqueda se poblarían en el año 1340, es decir, 65 años después.
 
Entre las poblaciones existentes en el año 1250, hoy desaparecidas, llaman poderosamente la atención Navaserrada y Villalba. La primera, porque su toponimia prerromana nos hace pensar en la posibilidad de que dicho asentamiento humano fuera de origen céltico y ya existiera en la Edad del Hierro. De Villalba, a tan sólo una distancia de tres kilómetros aproximadamente de Hoyo de Pinares y Cebreros, junto al puente de San Marcos que cruza el arroyo de La Pizarra, sabemos que fue una aldea de relativa importancia, habilitada tal vez por caballeros de armas, a juzgar por los escudos que adornan alguna de sus laudas funerarias descubiertas el pasado siglo y que siguen expuestas al aire libre dentro de una finca privada. Se sabe, documentalmente, que el Obispado abulense tenía importantes explotaciones agrícolas en esta aldea, entre las que se encontraban algunos viñedos.
 
La Iglesia eligió a la población de Villalba como cabeza del Partido de Pinares, estableciendo en él la sede del Arciprestazgo del mismo nombre hasta el año 1587 en que pasaría a depender de Hoyo de Pinares, quien ostentaría este privilegio durante tres siglos, es decir, hasta mucho después del año 1851, en que se dividiría en dos: Arciprestazgo de Hoyo de Pinares y Arciprestazgo de Cebreros. Cabe destacar que en 1587, Villalba se había convertido en un despoblado y su término y habitantes pasarían a integrarse en Cebreros. El apellido Villalba, proveniente de este mismo lugar, hoy está presente en muchos habitantes de Cebreros y de Hoyo de Pinares, como fiel testimonio de su procedencia.
 
Lo que se conoce hoy como provincia de Ávila, durante una gran parte de la Edad Media estuvo dividida administrativamente en señoríos, marquesados o condados, tales como Arévalo y su tierra, Señorío Episcopal de Bonilla de la Sierra, que pertenecía al Obispado de Ávila, el Señorío de D. Pedro Dávila que comprendía Villafranca de la Sierra, Navalperal, Las Navas del Marqués y Valdemaqueda, el Señorío de D. Álvaro de Luna que abarcaría las poblaciones de San Martín de Valdeiglesias, El Tiemblo, Cebreros y Villalba, y otra de gran extensión de tierra que se conocería como Ciudad y Tierra de Ávila, cuya extensión administrativa estaba bajo el mando del Sr. Corregidor de Ávila, que se adjudicaría el término de Hoyo de Pinares, lugar que hasta entonces se había mantenido independiente.
 
Hoyo de Pinares, conocido en la antigüedad como El Foyo, recibiría el mayor revés de toda su historia en 1476, es decir, 226 años después del heredamiento que el sabio rey había entregado al Concejo de Hoyo de Pinares. La Ciudad y Tierra de Ávila se anexionaría todo su término, al no prosperar la reclamación judicial que habían interpuesto los letrados del citado Concejo hoyanco contra esa pretensión abulense, en base a las escrituras de Alfonso X que acreditaban que esa jurisdicción le pertenecía por derecho propio.
 
La sentencia, en contra de Hoyo de Pinares, fue de nuevo apelada por su Concejo, siendo ratificada en una posterior sentencia a favor de la Ciudad de Ávila y su Tierra, de quien pasarían a depender Hoyo de Pinares. San Martín de Valdeiglesias, El Tiemblo, Cebreros y Villalba pertenecerion al Señorío de D. Álvaro de Luna, mientras que Las Navas, Nalvaperal y Valdemaqueda dependían del Señorío de D. Pedro Dávila, marqués de Las Navas. Hoyo de Pinares, por consiguiente, se había mantenido “independiente” durante más de doscientos años.
 
Por último quisiera constatar que El Tiemblo se mantuvo independiente como Villa, desde 1447, que Juan II de Castilla le concedió este privilegio, independizándole del Señorío de D. Álvaro de Luna, hasta 1452, fecha en la que ordenaría el mismo rey que El Tiemblo, Cebreros y Villalba, aunque a alguno de ellos les hubiera constituido anteriormente en Villa independiente, pasaran a depender de la Ciudad y Tierra de Ávila, tal como haría Hoyo de Pinares más tarde, es decir, en 1476.
 
Juan de Pablo Ayuso
 
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Fuente | Publicado en el Programa de Fiestas San Miguel 2005.
 
Ilustración | Mapa que aparecía como ilustración original del artículo.

Los alcaldes del siglo XX

Desde el año 1901 hasta el fin del siglo pasado ha habido 30 alcaldes en El Hoyo de Pinares, tal como se recoge en el cuadro adjunto. La forma de elección de los alcaldes ha sido de lo más variado en el pasado siglo, consecuencia de los diferentes regímenes políticos que se han sucedido.

Hasta 1924, la elección de alcalde y concejales se regía por la Ley Municipal de 1877 (promulgada posteriormente a la restauración de los Borbones con Alfonso XII y la constitución de 1876). Había una renovación cada dos años de una parte de los concejales, los cuales tomaban posesión el uno de enero del siguiente año. Hoy nos parece extraño, pero por entonces se celebraba un pleno el primer día del año para la toma de posesión de los nuevos concejales elegidos mes y medio antes, y la elección posterior del nuevo alcalde por mayoría; o simplemente para elaborar la lista de concejales y mayores contribuyentes de la villa en los años en que no había renovación. Hubo excepciones solamente en 1908 y 1920.

En la época de vigencia de este sistema, el pueblo se dividía en 3 ó 4 distritos, de donde se elegían 9 concejales. En 1916 es cuando se amplía a 10. Por ejemplo, en 1920, los distritos eran:
1.- Calles de la Corredera, Bodegones, Granado, Plaza de la Constitución, Puerta del Sol, Oliva, San José y Santa Teresa (4 concejales).
2.- Quevedo, Norte, Fragua, Lope de Vega, Solana, la Fuente, Desengaño, Resurrección, Modelo y Mediodía (3 concejales).
3.- Cristo, Cantarranas, Carmen, Umbría, Buenavista, Felipe Vallarino, Ancha, San Gil y adyacentes (3 concejales).
La ley establecía también que debía constituirse una Junta de vocales asociados, en igual número que los concejales, y elegidos por sorteo entre los contribuyentes de la localidad y por distritos. Su función era básicamente vigilar la correcta ejecución del presupuesto municipal. Sin embargo, esta Junta de asociados dará lugar a un curioso incidente al llegar la dictadura de 1923.
Después del pronunciamiento militar del general Primo de Rivera en septiembre de 1923, se ordena el cese de todos los cargos municipales, para ser sustituidos por los vocales de la Junta de asociados mencionada. De esta forma llega Gregorio Tabasco a la alcaldía el 1 de octubre de dicho año. Sin embargo, la autoridad gubernativa observa importantes defectos de forma en la constitución de la Junta de asociados que se hizo en mayo de 1923 (básicamente no haber seguido determinados trámites, como hacer pública la lista de contribuyentes), y suspende al mes y medio al ayuntamiento constituido. Inmediatamente se elige –por sorteo entre los contribuyentes y por distritos, tal como se hizo anteriormente- una nueva Junta, de la que resulta elegido alcalde Daniel González. Tampoco este ayuntamiento durará mucho. Después de pasados dos meses un grupo de vecinos, seguramente de acuerdo con los concejales y alcalde elegidos, solicita al Delegado Gubernativo del Partido de Cebreros que "se ocupe de dar una nueva dirección al pueblo" alegando incapacidad de los nombrados, entre otras cosas porque "el tiempo que tienen que perder en las sesiones les hace falta para ganar el sustento de su familia". El Delegado procede a designar a un nuevo grupo de concejales, que a su vez eligen como alcalde a Julio Miguel, maestro nacional. Será el único alcalde del siglo que fallecerá, casi 3 años después, ocupando el cargo.
Los sucesivos alcaldes son nombrados por los Gobernadores Civiles, ya que hasta 1979 –e incluyendo el periodo republicano- tenían potestad sobre los gobiernos municipales. Con la proclamación de la II República, se ordena el cese de alcaldes y concejales y toma posesión una Comisión Gestora nombrada por el Gobernador Civil. Posteriormente, se formará el nuevo ayuntamiento con los concejales elegidos. El nuevo alcalde, Luis Alonso, apenas ejercerá como tal los primeros meses, ya que por enfermedad solamente preside un pleno desde enero de 1932 hasta noviembre de 1934.
En octubre de 1934, el gobierno de Alejandro Lerroux, como consecuencia de los acontecimientos de la revolución de Asturias, cesa a los ayuntamientos gobernados por los partidos de izquierda, y se nombra un ayuntamiento interino que elige como alcalde a Fausto Santamaría Tejedor. Después de las elecciones de febrero de 1936, el nuevo gobierno de Manuel Azaña decide reponer en sus cargos a los alcaldes y concejales suspendidos en 1934. Sin embargo, ya no será Luis Alonso quien retome el cargo de alcalde, a pesar de ser el titular. Debido a su enfermedad es Luis Marín quien se convierte en alcalde (lo era de hecho desde 1932 a 1934) hasta que tiene lugar la guerra civil.
Con la entrada de las tropas del ejército del general Mola en octubre de 1936, el jefe de las mismas, (el comandante Tello, dependiente del coronel Rada), como autoridad de hecho, nombra alcalde a Avelino Carvajal y el resto de concejales del ayuntamiento. Será sustituido pocos meses después para de nuevo ser nombrado, también por pocos meses, en 1938.
Desde el final de la guerra civil, y hasta las elecciones democráticas de 1979, los sucesivos alcaldes son nombrados directamente por el Gobernador Civil, independientemente de los concejales. El sistema de elección de concejales se rige desde 1952 por el sistema de tercios determinado por las leyes del régimen de Franco. Este sistema establecía la renovación de una parte de los concejales cada 3 años. De los que eran renovados, un tercio correspondía al sector sindical (básicamente los agricultores y ganaderos afiliados a la Hermandad Sindical del Campo), otro tercio (familiar) elegido por los cabezas de familia de la localidad, y el último tercio elegido por los representantes de entidades económicas, culturales y profesionales. Cuando se producía una renovación de concejales, el alcalde nombraba a los tenientes de alcalde y las comisiones entre ellos. Este sistema se mantendrá en vigor hasta 1974. Los concejales serán ya sustituidos por los elegidos mediante sufragio universal en la elecciones municipales de 1979.
La historia reciente del periodo democrático es conocida por todos. Sin embargo, hay un hecho en la elección de alcalde en El Hoyo de Pinares que ha marcado un precedente en España. En la sesión de elección de alcalde de 1995 fue elegida Marisa Golmar, que por enfermedad no se hallaba presente, ni por tanto podía tomar posesión del cargo. Por acuerdo de los presentes, el concejal de mayor edad, Fausto Santamaría, ostentó la representación del ayuntamiento hasta que la alcaldesa pudo ejercer su cargo. Este caso nunca se había dado antes en la constitución de los ayuntamientos, y ni siquiera estaba por entonces contemplado por la ley y los reglamentos.
Raúl Santamaría Álvarez
RELACIÓN DE ALCALDES DEL SIGLO XX:
  • De 1 de septiembre de 1900 a 1 de enero de 1902: Francisco Fernández Organista
  • De 1 de enero de 1902 a 1 de enero de 1906: Luis Marín Coello
  • De 1 de enero de 1906 a 1 de julio de 1909: Tomás Álvarez García
  • De 1 de julio de 1909 a 1 de enero de 1912: Santos Estévez Galán
  • De 1 de enero de 1912 a 1 de enero de 1916:  Buenaventura Fernanz Martín
  • De 1 de enero de 1916 a 1 de enero de 1918: Mariano de la Fuente Herranz
  • De 1 de enero de 1918 a 1 de abril de 1920: Sebastián Herranz Sánchez
  • De 1 de abril de 1920 a 1 de octubre de 1923: Teodoro Herranz Sánchez
  • De 1 de octubre de 1923 a 19 de noviembre de 1923: Gregorio Tabasco Fernández
  • De 19 de noviembre de 1923 a 29 de enero de 1924: Daniel González Olmos
  • De 29 de enero de 1924 a 10 de diciembre de 1926: Julio Miguel Santamaría
  • De 20 de diciembre de 1926 a 26 de marzo de 1927: Guillermo Marín Bernaldo de Quirós
  • De 26 de marzo de 1927 a 21 de junio de 1930: Mariano Galán Navas
  • De 21 de junio de 1930 a 28 de abril de 1931:  Avelino Carvajal Balboa
  • De 28 de abril de 1931 a 22 de noviembre de 1934: Luis Alonso Bernaldo de Quirós
  • De 22 de noviembre de 1934 a 20 de febrero de 1936: Fausto Santamaría Tejedor
  • De 20 de febrero de 1936 a 11 de octubre de 1936: Luis Marín Bernaldo de Quirós
  • De 11 de octubre de 1936 a 1 de febrero de 1937: Avelino Carvajal Balboa
  • De 1 de febrero de 1937 a 6 de enero de 1938: Paulino Martín Ibáñez
  • De 6 de enero de 1938 a 10 de septiembre de 1938: Avelino Carvajal Balboa
  • De 10 de septiembre de 1938 a 26 de octubre de 1941: Fabriciano Galán Tejedor
  • De 26 de octubre de 1941 a 6 de diciembre de 1946: Félix Estévez Tabasco
  • De 9 de diciembre de 1946 a 11 de julio de 1952: Fabriciano Galán Tejedor
  • De 11 de julio de 1952 a 4 de enero de 1963: Timoteo Gallego Galán
  • De 4 de enero de 1963 a 24 de agosto de 1967: Julián Galán Estévez
  • De 24 de agosto de 1967 a 22 de febrero de 1973: Tomás Golmar Santamaría
  • De 22 de febrero de 1973 a 19 de abril de 1979: Julián Carvajal Luque
  • De 19 de abril de 1979 a 23 de mayo de 1983: Juan Galán Estévez
  • De 23 de mayo de 1983 a 30 de junio de 1987: Félix Alonso Fernández
  • De 30 de junio de 1987 a 15 de junio de 1991: Baltasar Martín García
  • De 15 de junio de 1991 a 17 de junio de 1995: José Navas de la Fuente
  • De 3 de julio de 1995 a 3 de julio de 1999: María Luisa Golmar Martín
  • Desde el  3 de julio de 1999: Fausto Santamaría Estévez
Recopilación: Víctor Martín Fernández

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Fuente | Publicado en el Programa de Fiestas San Miguel 2002.

Ilustración | El Alcalde Timoteo Gallego y el Gobernador Civil José Antonio Vaca de Osma entregan viviendas sociales en los años 50. Fotografía propiedad de Timoteo Gallego, publicada en el libro El Hoyo de Pinares: Imágenes del Ayer, de Carlos Javier Galán).

El Hoyo, hace siglo y medio

Conocer ayuda a querer. No sé si esta frase corresponde a algún filósofo o intelectual. De cualquier forma, creo que puede ser una buena introducción para el contenido de este artículo que trata de darnos una visión de cómo era nuestro pueblo hace ciento cincuenta años, y esto, como digo al principio, nos ayudará, sin duda, a conocerlo mejor y a quererlo un poco más.

Antes que nada, quiero manifestar mi agradecimiento a Jaime del Castillo, amigo y Cronista de Chamberí (Madrid) y a mi hermano Diego, por su colaboración en la obtención de la información que aquí se expone.
 
Independientemente del interés que, por sí misma, despierta la lectura de los distintos informes obtenidos, hay datos y hechos muy curiosos que a mí, personalmente, me llaman la atención y que me gustaría comentar.
 
Veamos algunos:
 
- Según parece, a mediados del siglo XIX la afición a los toros ya existía entre los hoyancos, celebrándose novilladas en una de las plazas y no precisamente en la del Ayuntamiento.
 
- El puente viejo sobre el río Becedas también fue construido en esas fechas y ya se consideraba "algo estrecho" pero, eso sí, "expedito" para comunicarse con Cebreros.
 
- Y ésta, más que una curiosidad, es una duda, al no referirse en ninguno de estos documentos la profesión o actividad de cantero o a las canteras, cuando hablan de producción, industria y comercio. ¿Es que no se trabajaba la piedra entonces? y si no es así, ¿era mínima su importancia?
 
- La prensa nos relata la heroica defensa del pueblo por parte de unos cuantos hoyancos, durante las Guerras Carlistas (1833-1840) y de las incursiones saboteadoras en toda la comarca.
 
Me he permitido agrupar la información en los siguientes apartados:
 
- Cuadro descriptivo (1848)
- Cuadro sinóptico (1848)
- Evolución del censo (1848-1920)
- El Hoyo en la Prensa de Madrid (1838-1844).
 
CUADRO DESCRIPTIVO
HOYO DE PINARES (EL)
 
Según Pascual Madoz en su Diccionario Geográfico-Estadístico-Histórico de España y sus posesiones de ultramar (1848):
 
"... Villa con Ayuntamiento y arciprestazgo. Perteneciente a la provincia de Ávila (6 leguas), partido judicial de Cebreros (1 legua), audiencia territorial de Madrid (12 leguas), capitanía general de Castilla La Vieja (Valladolid, 18 leguas). Situada a la falda Sur de una colina y entre dos cerros que la dominan por N. y S., la combaten con más frecuencia los vientos de E. y O. y su clima es templado y saludable; padeciéndose comúnmente, algunas intermitentes; tiene 240 casas de mediana construcción distribuidas en varias calles empedradas, y dos plazas, la una destinada a la venta de los comestibles y la otra a las corridas de novillos; enla primera está la casa del ayuntamiento; hay cárcel, escuela de instrucción primaria para niños, a la que concurren de 70 a 80 alumnos, que se halla a cargo de un maestro dotado con 2,200 rs., otra de niñas cuya maestra recibe 1,500; cuatro fuentes buenas de aguas de las que se utilizan los vecinos para sus usos y el de los ganados; y una iglesia parroquial (San Miguel Arcángel), cuyo curto es de segundo ascenso y de provisión ordinaria; el cementerio se halla en paraje que no ofende a la salud pública.
 
El término confina N. San Bartolomé de Pinares; E. Granja del Quejigar; y S. y O. Cebreros; se extiende dos leguas de E. a O., 1/4 de N. a S. y comprende 5,096 fanegas; 2,218 de tierras cultivadas y 2,878 de incultas; de las cultivadas, 218 son de segunda suerte que se destinan a trigo; y 2,000 de tercera a centeno y algarrobo; hay montes de pinos negrales, enebros y otros arbustos, los que tienen un guarda pagado por el pueblo para su conservación; dehesas de roble con destino al carboneo; bastantes pastos, como que los ganados del pueblo rara vez tienen necesidad de trashumar; diferentes huertos, algunos minerales de galena argentífera de cobre y hierro, y bastante viñedo en cuyo ramo va progresando, mirándosele ya como primer elemento de subsistencia; brotan en él varias fuentes y le cruzan y bañan los riachuelos Becedas y Sotillos, de la cuenca del Alberche; sobre el primero acaba de construirse un puente bastante regular aunque algo estrecho que ofrece expedita comunicación de la cabeza del partido con los pueblos situados a su N. El terreno es débil, pedregoso y de secano, participando de montañas, cerros y llanos. Caminos: los que dirigen a los pueblos limítrofes en mediano estado; el correo se recibe de la capital tres veces a la semana.
 
Producción: trigo, cebada, centeno, algarrobas, vino, lino, aceite, legumbres, hortalizas y frutas; mantiene ganado lanar, cabrío, vacuno y asnal; cría caza de conejos, liebres, perdices y otras aves, y de animales dañinos, lobos, zorras y garduñas.
 
Industria y comercio: la agrícola, algunos tejedores, molinos harineros; y exporta de los frutos sobrantes y ganados para Madrid y otros puntos..."
 
CUADRO SINÓPTICO
Población:

- Vecinos: 320
- Almas: 917

Estadística municipal:

- Electores contribuyentes: 140
- Elegibles: 117
- Alcaldes: 1
- Tenientes: 1
- Regidores: 6
- Síndicos: 1
- Suplentes: 6

Reemplazo del Ejército. Jóvenes alistados en edad de:

- 18 años: 11
- 19 años: 10
- 20 años: 8
- 21 años: 9
- 22 años: 7
- 23 años: 4
- 24 años: 2
- Total: 51

Cupo de soldados correspondiente a una quinta de 25.000 soldados: 2,2

Riqueza imponible:

- Territorial, pecuaria y urbana: 215,752 rs. vn.
- Industrial y comercial: 7,380 rs. vn.

Contribuciones:

- Por Ayuntamiento: 11,064 rs. vn.
- Por vecino: 50 rs. 10 mrs.
- Por habitante: 12 rs. 2 mrs.
- % de riqueza: 4,96
 
EVOLUCIÓN DEL CENSO
 
Según el censo de 1910 consta de 693 edificios y albergues y 2,419 habitantes. Se compone de la villa de su nombre y de 16 edificios y albergues aislados.

El censo de 1920 le asigna 2,687 habitantes, produciendo cereales, algarrobas, vino, aceite, lino y hortalizas; cría de ganado cabrío y lanar, abundando la caza. Tiene teléfono, alumbrado eléctrico, e industrias de aserrar maderas, de mondar piñones y de tejas y ladrillos.
 
 
 
EL HOYO EN LA PRENSA DE MADRID
 
1838
 
2 de noviembre.- Ha cabido a esta provincia de Ávila la suerte más deplorable; puede decirse que está totalmente abandonada. Desde el pasado 14 hasta el 21 no han dejado de entrar y salir partidas de facciosos por todos estos pueblos de Arenas, Hoyo y Candeleda, haciéndolo unas veces un tal Chaves, que comete bastantes excesos, otra gente del Navarro y, por fin, la de Felipe, que entre todos es el mejor que se ha portado, sin embargo se llevó 5,000 reales, exigiendo a los arrendatarios de los diezmos 3,500, cuyo plazo no se cumple hasta Navidad y San Juan.
 
1839
 
10 de marzo.- El capitán general de Castilla La Vieja con referencia al comandante interino de Ávila, y éste al parte que dirigó el de armas de la villa de Hoyo de Pinares D. José Ochando, capitán comandante de la Milicia nacional, dice en 6 del actual que habiéndose aproximado al término de dicho puelbo unos cuarenta caballos de la facción de Felipe, se decidió a sostenerse y defender a la población con sólo ocho vecinos armados que a la sazón había dentro de ella; pero que reunidos al fin hasta el número de veinticinco, salió a atacar al enemigo en su campamento, y logrando interponerse después de algunos rodeos entre dicha facción y sus centinelas avanzados, se precipitó sobre los rebeldes a quienes hizo el expresado comandante por si propio dos prisioneros, presentándose enseguida otro y aprehendiendo varias armas de fuego, sables, cananas, seis mulas, una yegua y otros efectos. Pero que como al estar recogiendo el botín los rebeldes se rehiciesen y volvieran a atacar a los nacionales, éstos los recibieron con toda serenidad, y tomaron una posición, que defendieron por espacio de dos horas con los cartuchos cogidos a sus enemigos. Que burladas segunda vez las esperanzas de estos, trataron de invadir el pueblo, mas este intento les salió también fallido por la intrepidez con que corrieron a su socorro aquellos decididos patriotas, los cuales sostuvieron el combate de cinco horas con superiores fuerzas enemigas, y aún después siguieron en su persecuión con los reales de Cebreros que vinieron en su socorro. El expresado capitán general, después de elogiar este hecho que acredita de bizarros a cuantos concurrieron a él, recomienda a todos, y especialmente al nacional Dámaso Alonso.
 
1844
 
4 de noviembre.- En todo el presente mes han pululado y corrido por los pueblos del juzgado de Cebreros y sus cercanías, tres cuadrillas de ladrones que han labrado la ruina de muchas familias. Las que capitaneaba el gallego llamado Juan Manuel Álvarez, robó a más de cien pasajeros en el puente del Burguillo sobre el río Alberche. Después se cometieron diferentes robos en distintos puntos, tales como en la Dehesa de Robledo y cerca de la villa de El Hoyo, llevándose los ladrones las mulas de los arrieros, que como no tenían otra cosa de que subsistir quedaron arruinados.
 
Y esto es todo de momento. Espero que haya sido interesante para todos los hoyancos y amigos de este excelente pueblo.
 
Felices Fiestas de San Miguel 2000.
 
Antonio J. Ropa
Secretario Peña Lolailo

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Fuente | Publicado en el Programa de Fiestas San Miguel 2000.

El Hoyo de Pinares en el Catastro del Marqués de la Ensenada

El 10 de octubre de 1749 el rey Fernando VI promulgó un Real Decreto ordenando la elaboración de un Catastro con el objetivo de implantar en el Reino una Única Contribución que sustituyera a la pluralidad de impuestos existente. Un ministro del rey, el Marqués de La Ensenada, fue el impulsor de tal iniciativa. La pretensión de establecer un tributo único finalmente no prosperó, pero los datos recogidos para el Catastro constituyen hoy en día una fuente histórica privilegiada para conocer la realidad social española de mediados del siglo XVIII.
 
Para la elaboración del Catastro se recabó una enorme cantidad de datos, municipio a municipio, sobre producción y riqueza económica, y se elaboró también un completísimo censo de población. De la documentación del Catastro de La Ensenada correspondiente a nuestro pueblo se conserva una copia manuscrita en los archivos municipales, mientras que otra se encuentra en el Archivo Histórico de Simancas.
 
Con dedicación y paciencia -puesto que no soy un experto en historia y menos en escritura antigua- he ido transcribiendo el texto de las llamadas Respuestas Generales, en las que una comisión local respondía a más de cuarenta preguntas comunes que se plantearon a todas las localidades. La transcripción que he efectuado del texto no es literal, sino que deliberadamente utilizo ortografía actual para facilitar su comprensión, si bien he respetado la sintaxis original. No podemos reproducir en este Programa el texto íntegro de esas Respuestas, debido a su gran extensión, pero los interesados pueden encontrarlo en esta dirección de internet. Sin embargo, sí voy a comentar algunos aspectos signiticativos o curiosos de las mismas.
 
La comisión que elabora las respuestas está formada por el subdelegado que entiende de las diligencias, D. Santiago Martín, que es el Cura Arcipreste de la localidad; los alcaldes ordinarios de la villa, Francisco Alonso y Cristóbal de Santa María; el Prior Síndico General, José Martín; uno de los Regidores del pueblo, Miguel Martín; el Fiel de Fechos, Manuel Fernández; y tres vecinos labradores, que actúan como peritos: Juan Pérez, Juan Tabasco y Juan Martín. Todos ellos, excepto el cura, prestan juramento de decir verdad "por Dios Nuestro Señor" y su declaración está fechada el 6 de enero del año 1751.
 
Respecto al nombre oficial de la población dicen que "esta villa se llama El Hoyo de Pinares". En algunas ocasiones a lo largo del texto aparece escrito con h y en otras sin h, dado que no existían todavía normas ortográficas en nuestra lengua.
 
Explican que el municipio es "de señorío, perteneciente al Consejo de la Santa Cruzada, que no tiene ni percibe aprovechamiento ni utilidad alguna y sí sólo la regalía de nombrar justicias". Sorprende la respuesta porque, anteriormente, el pueblo había sido de realengo, dependiente directamente de la Corona y no de señor alguno, y durante siglos había elegido a sus propios alcaldes en concejo público, convocado "a campana tañida". Queda pendiente determinar la circunstancia precisa en la que pasa a pertenecer al Consejo de la Santa Cruzada, pero la hipótesis inicial de la que parto es que, posiblemente, como otras localidades, fuese vendida por algún rey para sufragar gastos de guerras exteriores. Poco tiempo después de este Catastro de La Ensenada, el pueblo dejará de ser también del citado Consejo y pasará a manos de uno de sus enemigos históricos, con el que había mantenido enconados pleitos durante largos años: el Marqués de Las Navas.

El término ocupaba cuatro leguas de circunferencia y los declarantes manifiestan que tenía la figura que reproducimos.
 
En las tierras de El Hoyo de Pinares se cultivaban entonces trigo, cebada, centeno y algarrobas, además de viñas, linares, frutales y huertos. Entre los frutales, la comisión destaca olivos, guindos, higueras, melocotón y ciruelos.
 
Respecto al pinar y su producción de madera, la comisión explica detalladamente que "por lo que mira a todos los pinares que se hallan en los baldíos del término, no se aprovechan de su leña los vecinos de esta villa más que para quemar en sus casas y hacer los reparos precisos que se les ofrecen en ellas, bien que no dan corte alguno de madera en ellos para venderlo, por el motivo del litigio que tiene este Concejo con la ciudad de Ávila sobre la propiedad de dicha madera".
 
En los tributos que pagaban entonces, además de los derechos por "servicio ordinario y extraordinario" a Su Majestad, el pueblo abonaba también "diezmos y primicias" a favor del Cabildo Catedralicio. También tributaban al Cura Arcipreste y a la construcción de la Iglesia parroquial. Igualmente, pagaban por un voto de la población a favor de Santiago Apóstol, y al Convento de las monjas de Santa Ana en Ávila, en este último caso "sin que sepan los declarantes los motivos que hay (...) más que la costumbre inmemorial".
 
Refleja la comisión que "hay a distancia de un cuarto de legua de esta población dos molinos harineros, inmediatos uno a otro, en el río llamado Becedas, con una muela cada uno" y que trabajan "siete meses al año, desde San Andrés hasta San Juan de junio, descansando los restantes del año a causa de no tener la suficiente agua para moler". Uno de los molinos es propiedad de Juan Fernández y el otro, aunque está arrendado, pertenece por terceras partes a Ana García -"moza soltera"-, a José Martín y herederos de Prudencio Martín.
 
Los declarantes detallan también que "en este término habrá como unas cincuenta colmenas".
 
Respecto al ganado "en este pueblo y término hay, aunque no mucho, ganado lanar, cabrío, vacuno, dos caballos de carga, diferentes pollinos y cerdos, pero no yeguada ni cabaña alguna".
 
En cuanto a la población de El Hoyo de Pinares en 1751, declaran que "esta villa se compone de sesenta vecinos" (algo similar a cabezas de familia) y que "hay sesenta y dos casas".
 
Los bienes propios con los que cuenta el municipio son "las casas de Ayuntamienhto, en que también está la Carnicería; otra frente a ella, que sirve para taberna, tienda y mesón; y a las espaldas otra, en que al presente vive el Fiel de Fechos". También cuenta el municipio con algunos terrenos rústicos comunales.
 
En cuanto a ocupaciones, destacamos que las Respuestas Generales dejan constancia de que en la villa hay un maestro herrero, un tejedor de lienzos, un cirujano, ciento ochenta jornaleros del campo, un clérigo y doce "pobres de solemnidad".
 
Las Respuestas Generales fueron publicadas a partir del 17 de marzo de 1751, mediante lectura íntegra ante los vecinos convocados en las casas del Ayuntamiento, sin que nadie se opusiera a su contenido, por lo que fueron firmadas por los declarantes que sabían hacerlo y por algunos testigos de confianza de los que no sabían.
 
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Fuente | Publicado en el Programa de Fiestas San Miguel 2000.
  
Ilustraciones | Retrato del Marqués de La Ensenada original de Jacopo Amiconi, conservado en el Museo del Prado. Dibujo de la figura del término municipal procedente del documento original de las respuestas, que se conserva en el Archivo Municipal de El Hoyo de Pinares.