El cuadro de Lucas Jordán en San Lorenzo de El Escorial |
El cuadro de El Hoyo de Pinares |
En la iglesia de El Hoyo de Pinares existe, desde hace siglos, un cuadro que es réplica de otro exhibido hoy en la sacristía del Monasterio de El Escorial. Se trata de Jesucristo servido por los ángeles en el desierto, del pintor italiano Luca Giordano.
Giordano nació en Nápoles en 1634 y allí fue alumno del pintor español José de Ribera, El Españoleto, quien influyó notablemente en su evolución pictórica. Desde los veinte años ya realizó obras para iglesias napolitanas y venecianas. En 1692 llegó a España, donde llegó a ser muy valorado. Se le conoció con su nombre castellanizado, Lucas Jordán, y el rey llegó a otorgarle el título de Caballero.
Su obra más destacada en nuestro país fueron los frescos del Monasterio de San Lorenzo de El Escorial, a los que siguieron otros en la capital (Casón del Buen Retiro, iglesia de San Antonio de los Alemanes, iglesia de Atocha) y en la catedral de Toledo. Fuie notable también su producción en lienzo, tanto la destinada a espacios religiosos (Convento de Peñaranda, Monasterio de Guadalupe, etc.) como la que pintó para la Corte. Por ello, Patrimonio Nacional posee hoy decenas de creaciones de Giordano, muchas de ellas en el Museo del Prado.
Tras la muerte del rey Carlos II y el estallido de la guerra de sucesión en España, Giordano regresó en 1702 a su ciudad natal, donde siguió acrecentando su celebridad hasta que falleció tres años después.
De Jesús servido por ángeles en el desierto se conocen pocos datos. Sabemos, por el inventario de la herencia Carlos II, que este cuadro estaba en el dormitorio del propio rey en El Escorial. De allí pasó al claustro, donde sabemos que permaneció al menos hasta principios del siglo XIX, según algunos documentos. En la actualidad lo encontramos en la sacristía de la basílica.
Fray Francisco de los Santos, en su Descripción del Real Monasterio de San Lorenzo del Escorial publicada en 1697 menciona este cuadro como “otro de Cristo Señor Nuestro en el desierto, sirviéndole los Ángeles la comida”, indicando que su autor es “Lucas Jordán, imitando al Tintoreto”.
El catedrático de Historia del Arte Francisco J. Portela databa esta obra de Giordano posiblemente en sus “primeros tiempos españoles, por su dibujo preciso”. Otros especialistas, como Oreste Ferrari y Giuseppe Scavizzi , autores de una monografía dedicada al artista, consideran sin embargo que se pintó antes, hacia 1683, un período en el que desarrolló una intensa actividad en Florencia. Señala Miguel Hermoso, Doctor en Historia del Arte, que en esa etapa “se aprecia un interés renovado en la obra de Jordán por el clasicismo y el neovenecianismo (…) con un suave difuminado en las carnaciones de las figuras, siempre bien definidas, y por una iluminación clara y un colorido brillante”. Hermoso resalta que “las formas son rotundas, bien definidas, modeladas con una pincelada empastada, que se hace más libre en las figuras de los ángeles, típicamente jordanesco el de la izquierda, representado en una postura que repetirá en múltiples ocasiones”.
La obra refleja un pasaje recogido por dos de los evangelistas –Mateo 4,11 y Marcos 1, 12-13-, el final del ayuno de Jesús en el desierto, tras haber sido tentado por tres veces por el demonio.
El catedrático de Historia del Arte Francisco J. Portela databa esta obra de Giordano posiblemente en sus “primeros tiempos españoles, por su dibujo preciso”. Otros especialistas, como Oreste Ferrari y Giuseppe Scavizzi , autores de una monografía dedicada al artista, consideran sin embargo que se pintó antes, hacia 1683, un período en el que desarrolló una intensa actividad en Florencia. Señala Miguel Hermoso, Doctor en Historia del Arte, que en esa etapa “se aprecia un interés renovado en la obra de Jordán por el clasicismo y el neovenecianismo (…) con un suave difuminado en las carnaciones de las figuras, siempre bien definidas, y por una iluminación clara y un colorido brillante”. Hermoso resalta que “las formas son rotundas, bien definidas, modeladas con una pincelada empastada, que se hace más libre en las figuras de los ángeles, típicamente jordanesco el de la izquierda, representado en una postura que repetirá en múltiples ocasiones”.
La obra refleja un pasaje recogido por dos de los evangelistas –Mateo 4,11 y Marcos 1, 12-13-, el final del ayuno de Jesús en el desierto, tras haber sido tentado por tres veces por el demonio.
Como ha destacado en sus artículos nuestro paisano José Carvajal Gallego, en los siglos XVI y XVII se registra en El Hoyo de Pinares una gran influencia de la Orden Jerónima, que estaba presente en el Monasterio existente en el cerro de Guisando en El Tiemblo y fue la misma que ocupó el Monasterio de San Lorenzo de El Escorial, tras su construcción ordenada e impulsada por Felipe II. Carvajal atribuye a la presencia de la comunidad jerónima un edificio desaparecido de nuestra localidad, el conocido popularmente como Cuartelillo, que se situaba en lo que hoy se denomina Plaza del Caño. En el siglo XX fue utilizado sucesivamente en distintas etapas como cuartel de la Guardia Civil, Escuelas, Consultorio Médico, Telefónica… Se había reedificado en 1775, según databa una inscripción del mismo, y fue inexplicablemente destruido –en vez de rehabilitado- ocupando su lugar el actual edificio del Hogar del Jubilado.
En la iglesia San Miguel Arcángel, de construcción que discurrió coétanea a la del Monasterio (la edificación del templo hoyanco comenzó en 1553 y la de El Escorial en 1563) algunos elementos ornamentales (casullas, cálices…) tienen símbolos típicamente escurialenses (como la parrilla de San Lorenzo). Y nos encontramos con este cuadro que reproduce el de Luca Giordano.
Aunque las copias de cuadros hoy están poco consideradas, no fue así siempre. Y en un tiempo en que no existía la fotografía, era común que se reprodujeran determinadas creaciones por otros pintores, seguidores, alumnos de talleres, etc., con funciones de aprendizaje, de divulgación, de virtuosismo artístico, de ornamentación, etc.
Aunque las copias de cuadros hoy están poco consideradas, no fue así siempre. Y en un tiempo en que no existía la fotografía, era común que se reprodujeran determinadas creaciones por otros pintores, seguidores, alumnos de talleres, etc., con funciones de aprendizaje, de divulgación, de virtuosismo artístico, de ornamentación, etc.
En la testamentaría de Carlos II el cuadro aparece reflejado con unas dimensiones que no son las que vemos hoy en El Escorial. Todo apunta a que una parte del cuadro hubiera sido cortada o probablemente plegada en alguna de las operaciones de enmarcado y traslado de ubicación. Y, en efecto, observamos que en nuestra réplica la escena está íntegra y tiene mayor amplitud, lo que nos confirma que fue copiado del original, teniendo en cuenta, además, que su difusión y reproducción ha sido muy escasa.
Nuestra pintura se ubicó bajo llave en la sacristía de El Hoyo de Pinares por razones de seguridad cuando la iglesia permanecía abierta gran parte del día. Hoy, que sólo se abre para actos litúrgicos, ha sido acertadamente reubicada a la derecha del retablo del altar mayor, donde gana visibilidad y puede ser contemplada por vecinos y visitantes.
Carlos Javier Galán
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Fuente | Publicado en el Programa de Fiestas de San Miguel, septiembre 2018.
Ilustraciones| Fotografía realizada por el autor al cuadro de El Hoyo de Pinares y fotografía de la ficha de catálogo del cuadro de San Lorenzo de El Escorial.