El 10 de octubre de 1749 el rey Fernando VI promulgó un Real Decreto ordenando la elaboración de un Catastro con el objetivo de implantar en el Reino una Única Contribución que sustituyera a la pluralidad de impuestos existente. Un ministro del rey, el Marqués de La Ensenada, fue el impulsor de tal iniciativa. La pretensión de establecer un tributo único finalmente no prosperó, pero los datos recogidos para el Catastro constituyen hoy en día una fuente histórica privilegiada para conocer la realidad social española de mediados del siglo XVIII.
Para la elaboración del Catastro se recabó una enorme cantidad de datos, municipio a municipio, sobre producción y riqueza económica, y se elaboró también un completísimo censo de población. De la documentación del Catastro de La Ensenada correspondiente a nuestro pueblo se conserva una copia manuscrita en los archivos municipales, mientras que otra se encuentra en el Archivo Histórico de Simancas.
Con dedicación y paciencia -puesto que no soy un experto en historia y menos en escritura antigua- he ido transcribiendo el texto de las llamadas Respuestas Generales, en las que una comisión local respondía a más de cuarenta preguntas comunes que se plantearon a todas las localidades. La transcripción que he efectuado del texto no es literal, sino que deliberadamente utilizo ortografía actual para facilitar su comprensión, si bien he respetado la sintaxis original. No podemos reproducir en este Programa el texto íntegro de esas Respuestas, debido a su gran extensión, pero los interesados pueden encontrarlo en esta dirección de internet. Sin embargo, sí voy a comentar algunos aspectos signiticativos o curiosos de las mismas.
La comisión que elabora las respuestas está formada por el subdelegado que entiende de las diligencias, D. Santiago Martín, que es el Cura Arcipreste de la localidad; los alcaldes ordinarios de la villa, Francisco Alonso y Cristóbal de Santa María; el Prior Síndico General, José Martín; uno de los Regidores del pueblo, Miguel Martín; el Fiel de Fechos, Manuel Fernández; y tres vecinos labradores, que actúan como peritos: Juan Pérez, Juan Tabasco y Juan Martín. Todos ellos, excepto el cura, prestan juramento de decir verdad "por Dios Nuestro Señor" y su declaración está fechada el 6 de enero del año 1751.
Respecto al nombre oficial de la población dicen que "esta villa se llama El Hoyo de Pinares". En algunas ocasiones a lo largo del texto aparece escrito con h y en otras sin h, dado que no existían todavía normas ortográficas en nuestra lengua.
Explican que el municipio es "de señorío, perteneciente al Consejo de la Santa Cruzada, que no tiene ni percibe aprovechamiento ni utilidad alguna y sí sólo la regalía de nombrar justicias". Sorprende la respuesta porque, anteriormente, el pueblo había sido de realengo, dependiente directamente de la Corona y no de señor alguno, y durante siglos había elegido a sus propios alcaldes en concejo público, convocado "a campana tañida". Queda pendiente determinar la circunstancia precisa en la que pasa a pertenecer al Consejo de la Santa Cruzada, pero la hipótesis inicial de la que parto es que, posiblemente, como otras localidades, fuese vendida por algún rey para sufragar gastos de guerras exteriores. Poco tiempo después de este Catastro de La Ensenada, el pueblo dejará de ser también del citado Consejo y pasará a manos de uno de sus enemigos históricos, con el que había mantenido enconados pleitos durante largos años: el Marqués de Las Navas.
El término ocupaba cuatro leguas de circunferencia y los declarantes manifiestan que tenía la figura que reproducimos.
En las tierras de El Hoyo de Pinares se cultivaban entonces trigo, cebada, centeno y algarrobas, además de viñas, linares, frutales y huertos. Entre los frutales, la comisión destaca olivos, guindos, higueras, melocotón y ciruelos.
Respecto al pinar y su producción de madera, la comisión explica detalladamente que "por lo que mira a todos los pinares que se hallan en los baldíos del término, no se aprovechan de su leña los vecinos de esta villa más que para quemar en sus casas y hacer los reparos precisos que se les ofrecen en ellas, bien que no dan corte alguno de madera en ellos para venderlo, por el motivo del litigio que tiene este Concejo con la ciudad de Ávila sobre la propiedad de dicha madera".
En los tributos que pagaban entonces, además de los derechos por "servicio ordinario y extraordinario" a Su Majestad, el pueblo abonaba también "diezmos y primicias" a favor del Cabildo Catedralicio. También tributaban al Cura Arcipreste y a la construcción de la Iglesia parroquial. Igualmente, pagaban por un voto de la población a favor de Santiago Apóstol, y al Convento de las monjas de Santa Ana en Ávila, en este último caso "sin que sepan los declarantes los motivos que hay (...) más que la costumbre inmemorial".
Refleja la comisión que "hay a distancia de un cuarto de legua de esta población dos molinos harineros, inmediatos uno a otro, en el río llamado Becedas, con una muela cada uno" y que trabajan "siete meses al año, desde San Andrés hasta San Juan de junio, descansando los restantes del año a causa de no tener la suficiente agua para moler". Uno de los molinos es propiedad de Juan Fernández y el otro, aunque está arrendado, pertenece por terceras partes a Ana García -"moza soltera"-, a José Martín y herederos de Prudencio Martín.
Los declarantes detallan también que "en este término habrá como unas cincuenta colmenas".
Respecto al ganado "en este pueblo y término hay, aunque no mucho, ganado lanar, cabrío, vacuno, dos caballos de carga, diferentes pollinos y cerdos, pero no yeguada ni cabaña alguna".
En cuanto a la población de El Hoyo de Pinares en 1751, declaran que "esta villa se compone de sesenta vecinos" (algo similar a cabezas de familia) y que "hay sesenta y dos casas".
Los bienes propios con los que cuenta el municipio son "las casas de Ayuntamienhto, en que también está la Carnicería; otra frente a ella, que sirve para taberna, tienda y mesón; y a las espaldas otra, en que al presente vive el Fiel de Fechos". También cuenta el municipio con algunos terrenos rústicos comunales.
En cuanto a ocupaciones, destacamos que las Respuestas Generales dejan constancia de que en la villa hay un maestro herrero, un tejedor de lienzos, un cirujano, ciento ochenta jornaleros del campo, un clérigo y doce "pobres de solemnidad".
Las Respuestas Generales fueron publicadas a partir del 17 de marzo de 1751, mediante lectura íntegra ante los vecinos convocados en las casas del Ayuntamiento, sin que nadie se opusiera a su contenido, por lo que fueron firmadas por los declarantes que sabían hacerlo y por algunos testigos de confianza de los que no sabían.
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Fuente | Publicado en el Programa de Fiestas San Miguel 2000.
Ilustraciones | Retrato del Marqués de La Ensenada original de Jacopo Amiconi, conservado en el Museo del Prado. Dibujo de la figura del término municipal procedente del documento original de las respuestas, que se conserva en el Archivo Municipal de El Hoyo de Pinares.